En la actualidad, nos hablan constantemente sobre salud mental, intentan tratar los miedos con precauciones o remedios generalizados. Nos tienden todo tipo de frases que realmente no aportan, así como: “perdónate la vida”, “quiérete”, “pasa página”, “sigue adelante”, “sé feliz” .

Esto es el denominado falso optimismo. Porque, obviamente tú quieres pasar página, quieres poder quererte, seguir adelante y olvidarlo todo, ser feliz. PERO, CÓMO. Se olvidan del cómo y se olvidan también de que las soluciones o remedios varían dependiendo del contexto, del problema, de lo que nos ocurre. Todas esas frases son genéricas y no siempre aportan, de hecho aportan más bien poco o nada. Una de las más importantes herramientas es la compañía, pero por supuesto no se debe aplicar para todo problema. Se requiere en la superación. Cuando el dolor te atraviesa tras una ruptura o un duelo tras la perdida de un ser querido, entre otro tipo de superaciones o de sentimientos. Ahí la compañía es esencial, e incluso a veces no tanto la necesidad de comunicación, tal vez con el silencio baste, porque ya esa compañía para dar un paseo, ver una película o salir de compras, adormece y tranquiliza ese dolor. Te aporta enajenación del problema o te aparta de la soledad que puedas sentir junto al dolor emocional. No importa el plan, importa el no sentirnos solos ante la presencia de un problema. El no quedarnos entre cuatro paredes con nosotros mismos y nuestros pensamientos intrusivos. Y no es algo que pidamos con palabras, no vamos a decir “ayúdame a” o “acompáñame”, necesitamos de personas en nuestro entorno que quieran estar en lo bueno y en lo malo. Así que, elige bien a quién integras en tu vida y ten al menos a un aliado para todo.
Pero quién se ha detenido a pensar en qué posible remedio tenga esa persona que no es compañía lo que necesita, porque para ella, incluso la compañía le hace sentirse más inútil o peor persona, porque piensa que sus ansiedades solo son una carga. Siente que está expandiendo su nube más negra, que eso no es lo que necesita el mundo, y que aunque guarde silencio, este delata el problema que realmente le gustaría ocultar, pero es que, a veces, no sabe cómo o no se siente capaz de mostrarse bien. La ansiedad te hace pensar: “sé que me quieres y por eso no te merezco. No mereces a alguien como yo a tu lado.” Este tipo de personas tal vez necesitan un cambio en sus vidas. Algo que les ilumine el camino al futuro en donde puedan hoy visualizarse, para poder ir con la calma de que todo va a ir bien. Necesitan motivarse, necesitan ilusionarse con algo que les aporte estabilidad en lugar de sentir que tambalean sobre una cuerda y que, aunque posean también cosas positivas, esta cuerda hace temblar todo lo demás en sus vidas. Porque se trata de un sentimiento que invade al resto de sentimientos, siendo el más poderoso.
Entonces, ¿es inseguridad?, ¿inestabilidad?, ¿un arranque colérico por la frustración de no sentirse satisfecho del todo con su vida, y no saber cómo cambiar esto? Los remedios aquí son algo más complejos. El cambio debe iniciarse desde el interior. Uno, querer cambiar. Y dos, estar receptivo y con motivación para comenzar el cambio. Pensar en las alternativas realistas que se pueden llevar a cabo, e intentarlas una por una hasta dar con los resultados buscados. No, no es fácil y no, no es inmediato, pero es un comienzo. Quedarnos en la cama acostados, dormidos, evadiendo la realidad o evadiendo las dificultades y lamentándonos por todo aquello de lo que carecemos, de lo que ya no controlamos porque ya está hecho, o por aquello en lo que no nos va tan bien o que creemos que puede que no nos vaya tan bien, solo nos estanca y arruina todas las oportunidades que sí podemos tener. Por tanto, siempre será mejor empezar dando un paso para luego dar otro y otro y otro, hasta poco a poco ir subiendo todos los escalones que terminarán llevándonos hacia donde queremos o hacia donde necesitamos. Empecemos por acercarnos. Pero nunca rendirnos sin haberlo dado todo, solo porque nos hayamos cansado de intentarlo muchas veces sin resultados. La mente puede ser débil por momentos, pero hay que alimentarla con la idea de que el único camino es continuando. Y en algún momento, el resultado llegará.