Cada vez que creo que ya te he olvidado completamente, tú me vuelves a poseer…


                La suave brisa trae tu olor y mis neuronas se alborotan como si fueran cortinas al viento, sacudo mi cabeza para ahuyentar ese olor y con eso calmar a mi memoria, giro mi cuerpo para huir a una zona libre de ti y ya no buscarte, hago todo eso con el fin de  evitar que tus recuerdos me invadan, pero veo aquel collar que me regalaste… Pensé que ya había botado todo lo que me recordaba a ti, pero no, sigues aquí penando en mi casa, en mi vida. Ya no quiero pensar, ya no quiero recordarte, me dirijo a mi cama para aferrarme a la almohada y de este modo poder dormirme… Tu olor sigue aquí.


¡Basta! ¡Basta! Solo no me tortures más, uno, dos, tres…


                Mi cuerpo se estremece, siento como comienzas a subirte a la cama, mis pies están rozando tu cuerpo, ahora que ya llegaste a mi cuello lo besas del modo en que solías hacerlo, y me quedo ahí presa de tus encantos, presa de las memorias de mi cuerpo .

No sé qué pesa más, si mis ganas de irme de esto que estoy sintiendo o las ganas de quedarme aquí.


¡Cómo te he extrañado! – Me susurras al oído –


                Y quiero llorar, y quiero besarte, y quiero ser libre de ti. Mi boca secreta más saliva, tus manos recorren mi piel por debajo de mi blusa, abro mis ojos y te veo, asimismo como eras antes, te abrazo, tú me besas y olvido todo lo que pasó.


Yo también te extrañé – te respondo – Bésame despacio, muy lentamente para poder detener el tiempo.


Solo deja de pensar y entrégate – creo que eso susurraste –


                Mi cuerpo es una sinfonía de estremecimientos, tu boca me recorre al tiempo en que me despojas de la ropa, mis dedos acarician tu cabeza, tu mano sube a mi teta y la acaricia con cierta dulzura mezclada con desesperación… Quiero levantar mi cabeza para mirarte, pero es mi espalda la que se arquea empujando mi cabeza contra el colchón.


Que me gusta cuando me das esos pequeños mordisquitos, cuando estás ahí abajo.


Te conozco a la perfección – susurraste –


                Y sí que es verdad, a cada segundo estoy más húmeda… y mi mente en blanco, mi cuerpo es dirigido por los hilos del deseo, de la pasión y de la lujuria.


¡Ven! Date vuelta que quiero hacerte acabar en mi boca y yo acabar en la tuya.


                Nos giramos, esta vez yo estaba arriba, saboreando este pedacito de cielo, este dulce hecho para mí, oigo tus suspiros de placer. ¡Oh! Quiero que sigas chupándome mientras yo mamo tu pene, Sí, más rápido. Unos segundos más y acabo, tus manos aprietan mis glúteos y yo ya sé que estás listo para acabar, aprieto mis labios en la base de tu pene y subo tan rápido como puedo, lo sostengo con la mano, me quedo succionando el glande, cuando siento que ya viene, empujo la punta de mi lengua contra la punta de tu pene ¡Oh, mamma mía!


¡Ven! Súbete tú – susurras –


                Me acuclillo e introduzco tu pene en mí, bajo suavemente dejo caer mi cuerpo sobre el tuyo, con mi espalda en tu pecho, me abrazas con fuerza a la altura de las costillas, yo llevo mi mano a tu cabeza y voy meneándome.


Nunca voy a cansarme de amarte – susurras en mi oído –


                Intento parar para darme vuelta y verte, pero tú giras nuestros cuerpos dejándome abajo. Alzamos nuestras pelvis, te vas moviendo rápido, fuerte, lento, profundo, coges mi cabello por las puntas y lo tiras, mis manos aprietan las sábanas, mientras nuestras pieles se frotan, cada vez están más cerca del éxtasis, en cada nueva penetración voy deleitándome por ti, en ti. Bajas tu torso sobre el mío, muerdes mi hombro y estoy lista ante ti, me has hecho acabar otra vez, bueno, para ser justo los dos volvimos acabar.


Sí, es cierto es imposible aburrirse de estas emociones, sensaciones o como sea que se llamen, esto que provocas en mí – te digo, mientas tú das pequeños piquitos en la base de mi cuello –


                Te enderezas, me doy vuelta y al ver tu cara sé claramente que quieres continuar, yo te hago un gesto de “dale, vamos por la otra”. Llevas tus manos a mis tobillos y los alzas, para llevarlos a uno de tus hombros donde los dejas, bajas otra vez tus manos ahora a mi pelvis y la acomodas para penetrarme, tu pene no necesita una guía para entrar en mi vagina, la conoce al detalle. Coloco mis manos en tus antebrazos, mientras te voy mirando y deseo besar esa boca que se ve tan jugosa, nuestros meneos son cada vez más penetrantes. ¡Sí! se siente tan bien esto, mis uñas comienzan a enterrarse en tu piel, mi espalda se contrae y mi cabeza se entierra en el colchón, contraes tus glúteos haciendo que tu pene entre un poco más en mí. Y sí, volvió a pasar.


¡Que rico! Te amo.


Yo también te amo, siempre ha sido lo máximo hacerte tocar el cielo y yo tocarlo junto contigo – susurras –


Dale otra más, que quiero seguir.


Se acabó el tiempo – susurraste –


¿El tiempo de qué? –  te pregunto, ? comenzó a sonar la alarma –


Siempre te voy amar – susurras en mi oído –


                Todo comenzó a descascararse y a caerse, te miro una vez más y ya no estás. Esa puta alarma no para de sonar… Abro los ojos y aún estoy abrazada a la almohada, a la almohada que solías usar cuanto aún vivías…


Yo también siempre te voy amar, aunque ahora solo pueda bailar con tu sombra, con tu recuerdo.