La charla
29 Jun, 2022
Tiempo de lectura aprox. :
14 min.
0 votos

Madrid. 22:34 de la noche .

Un viernes más digiriendo las curvas de la vida entre copas, entre amigos. Andrea, Víctor y yo hemos estado cenando en cualquier hamburguesería de la zona Callao, y después nos hemos venido a tomar unas cervezas al mismo pub de siempre; nuestro plan de fin de semana convertido ya en un ritual necesario.


- Bueno, Vego _ me pregunta curioso Víctor_, ¿qué tal con el chico aquel con el que salías?
- ¿Carlos? _pregunto_, puf, lo de siempre: un día están y al otro no. La verdad es que ni me sorprendo; ya me lo decía mi padre; él me decía que el amor es una aventura en la que vivir con intensidad el camino, pero que siempre tiene un final que nos va a hacer daño, y que hace daño precisamente porque acaba; pero que conociendo ese final, me podría proteger de la herida.
- Pero no siempre acaba _ añade Andrea mientras se moja los labios a pequeños sorbos de su copa_. Yo no estoy de acuerdo en eso.
- Vale, puede que no siempre acabe, pero he visto cómo en muchas de las ocasiones no acaba pero solo por el cariño, por la costumbre, incluso a veces por el miedo de no saber qué te puede deparar después. Y eso me parece triste; tiempo perdido; vida perdida...
- Estás siendo dramática, me parece a mí _ me dice Víctor tan directo como de costumbre_.
- No creo que esté siendo dramática, creo que estoy siendo realista. Mis padres, vuestros padres, vecinos, amigos... Por estadística, realmente, ¿cuántas parejas conocéis que sean satisfactoriamente felices?
- Pero es que la felicidad no es una constante _afirma Andrea_.
- ¡Exacto! _le apoya Víctor_ No es un sentimiento que tengamos perenne las 24 horas de todos los días, es un altibajo, y de eso se trata, ¿no? Si todo el rato fuese todo igual, si tuviéramos la misma emoción, la vida sería muy plana y muy sosa, ¿no crees? No habría nada que esperar, ni por lo que estar emocionado. El corazón vive de curvas, no de líneas. Necesitamos de otras emociones: emociones tristes, melancólicas, otras alegres, otras aún más excitantes...
- Para apreciar el valor entre ellas _continúa Andrea compenetrada con él_ porque si no, cómo íbamos a saber dónde nos sentimos a gusto si todo el rato estamos a gusto.
- ¡Claro!, no habría nada que destacar _sigue Víctor soltando de un golpe en la mesa su botellín de cerveza_. Cómo diferenciar lo bueno de lo malo si no _gestualiza con las manos de un lado a otro_. Cómo valorar a una persona o a un momento de la manera en que merecen ser valorados sin antes haber vivido algo amargo. O simplemente cómo saber que merece la pena seguir con alguien si solo guardas de ella algo negativo. Contrastes, Vego, la vida son contrastes. Dime cómo saber si quiera que algo bueno es bueno si no puedes compararlo con algo que no lo sea. Es cuestión de balanza. Necesitamos de todas las emociones, de experiencias, de riesgos, de vaivenes...
- Bueno _ interrumpo pensativa_ entiendo lo que decís, y tenéis razón, pero además de eso creo que la mayoría de las experiencias de tipo amorosas, no son del todo auténticas. En ocasiones se confunde el capricho o la dependencia emocional o el hábito con amor. Y no creo que el amor sea simplemente estar bien, pienso exactamente lo que habéis dicho vosotros; que el amor es un vaivén que tiene que ir equilibrando la pareja, compensar lo malo con lo bueno, y lo bueno con lo no tan bueno, pero me entristece saber que justo cuando uno de los dos decide no querer continuar la relación, por un motivo x, el otro se queda totalmente destrozado. Acaba. Siempre acaba, y puede que tengáis razón y no siempre pero, sí en la mayoría de los casos. A veces se tarda más en terminar la relación, otras menos. E incluso como he dicho antes, a veces simplemente continúan pero sin amor, siendo dos completos extraños que se miran sin verse. Pero el fin es el mismo: el amor se vacía.
- A ver, yo te entiendo _ me dice Andrea_, pero creo que estás demasiado influida por las palabras de tu padre, con que tengas todo el rato en cuenta que eso que puedas vivir con alguien vaya a acabar. Porque, ¿y si no acaba? Estarías constantemente protegiéndote de una herida que no existe, o al menos, no aún, y eso hará que nunca te descubras totalmente ante esa persona. Estarás esperando la bala antes del disparo. Y esa forma de vivir el amor, por puntual que únicamente llegue a ser, es una forma de no permitirte libre.
- Cómo que no _ replico intrigada mientras bebo de mi Heineken_.
- Pues no, no lo creo _responde_, porque hay una parte de ti que reservas para que nadie la juzgue o la trate mal, y es por esto que nunca vas a presentarte ante alguien en tu totalidad.
- Pero, siempre soy yo misma, dejo que las cosas fluyan _contesto_.
- Lo haces _dice Víctor_, pero visualizando que un día esa persona se va a largar, o que tú lo vas a hacer. Te anticipas. Y creemos que no tienes que tenerle miedo a los golpes, tienes que dejar que una herida te sorprenda, y la llores, porque es solo así como evolucionamos. Nos hacemos fuertes a base de experiencias dolorosas, y pulimos nuestros fallos, y aprendemos a elegir un poquito mejor lo que queremos y lo que no queremos en nuestra vida. Y tú no te dejas sorprender, Vego; tú ya estás preparada para decir adiós, y seguramente eso también les asuste; los chicos con los que sales saben que si te dicen adiós, tú no les vas a echar de menos; tú no les necesitas. Y quizá busquen en ti esa poquita de necesidad de estar con ellos o de continuar con ellos.
- Pero es que la necesidad de alguien me parece muy tóxica e innecesaria _respondo segura_.
-No hablo de necesitar para poder vivir, sino, de que te guste compartir tu tiempo con alguien más y te dejes querer sin ese escudo tuyo tan grueso con el que sin darte cuenta, no te permites estar del todo libre de restricciones, de esas que te colocan un constante sobre aviso anticipado.
- Entonces preferís que no me proteja _afirmo_.
- No es que no te protejas _interviene de nuevo Andrea_, es solo que dejes de pensar tanto en qué puede pasar o qué no puede pasar. Solamente déjate llevar hasta donde tenga que ser. Rompe esa tensión, y si funciona genial y si no funciona pues no funcionó, pero si crees que todo es igual, estás siendo injusta ante lo que pueda no serlo. Imagina que aparece esa persona que llega para quedarse, nunca vamos a saber cuándo o quién, por eso tienes que estar abierta a que suceda, pero si te presentas ante ella siendo un tanto inaccesible, porque es así como te ves, inaccesible, inaccesible por tu manía de creer que puedes evitar que alguien te rompa. Y quizá, siendo así, te estés convirtiendo tú en la persona que transmite esa inseguridad ante lo estable. Quizá temiendo la herida te estés convirtiendo tú en el daño. Y quizá también por eso, el final siempre sea el mismo.
- Te voy a decir algo, Vego _retoma Víctor el hilo con sus ojos fijos hacia la nada, como pensativo_. He tenido relaciones que me han agarrado de un pellizco por dentro, conteniéndome el aliento solo para ahogarme a puro dolor. Mientras me he sentido así, no entendía nada _retoma sus gestos exagerados con las manos_; me he culpado, la he culpado, he reclamado respuestas, he sufrido... pero una vez pasas página, lo superas, pegas ese salto, donde todo eso ya no, comprendes que gracias a ese dolor, es como te superas a ti mismo. No te diré siempre, pero a veces es bueno pasar por todo eso, aunque entres en esa fase puntual de arrepentimiento por la que todos pasamos, porque es que, al final sacas algo bueno de todo; notas ese avance personal; necesario, estoy seguro que necesario.
- Pero esto lo dices porque tienes que buscar el lado bueno de las cosas, si no, no lo dirías; es ese el falso positivismo que nos venden ahora esta nueva generación de coach motivacionales. Porque es sencillo decir, pero no aplicar _le contesto con cierto tono brusco_.
-No es consuelo, Vego _me rebate_. O puede que un poco sí lo sea, pero sé que yo no soy el mismo de hace un tiempo atrás. Siento que soy alguien mejor, y eso ha sido en parte por haber pasado por esas situaciones y en esas precisas circunstancias de acabar roto y saber reponerte tú solo. Es que, mientras te tengas a ti misma, y te quieras tú a ti, dudo que no sepas continuar con tu vida queriendo de nuevos retos que acabamos siendo nosotros mismos. La cuestión siempre es quedarse con algo positivo, aunque solo sea un pequeñito detalle con el que te hagas cuestionarte todo y dar un paso más allá.
- Creo que ya os entiendo _respondo reflexiva_.
- Es que _continúa Andrea relamiéndose los labios tras acabarse su tercera ronda_, a nadie nos gusta pasarlo mal, ¿qué te crees? Yo acabé con Héctor, y a pesar de que fui yo quien no quiso seguir más con la pareja, también lo pasé fatal. Yo lo quería muchísimo, pero no sentía que llegáramos a conectar del todo. Yo quería unas cosas en mi día a día que no encajaban en su estilo de vida; y al principio no pasa nada, os toleráis, os gustáis tal cual sois, pero al final todo quema, tía. La pasión va descendiendo, y el amor va perdiendo fuerza a cada detalle tonto que va sumando hacia un lado de ti, haciéndote cada vez más sombra, hasta convertirse en un ya no quiero más esto. Y te lo juro Vego, te juro que pasé ese proceso de olvido en el que parecía que iba a ser imposible o interminable. Pero hay amores que no pueden ser. Que están bien por un tiempo, pero solo por un tiempo. Son experiencias, son momentos que vivir a tope, sin dejar escapar ni uno de los sentimientos, los buenos y los no tanto.
- De verdad, no sé cómo no estáis vosotros dos liados _suelto en broma, riéndome y ellos a mi par_, porque se entendéis de maravilla.
- ¡Y por eso somos tan buenos amigos! _dice Andrea_.
- Bueno y porque ella no quiere _bromea Víctor, y reímos_.
- Solo quiero que tengas en cuenta que _me dice Andrea_, cuando conozcas a alguien que te guste, recuerdes que no es esconder las uñas para no arañar, que es encontrar con quien olvidarte de frenar y descubrirte sin miedo. Simplemente vive el momento.
- Claro _prosigue Víctor_, a ti que no te importe si hay final o deja de haberlo, solamente siente y haz todo aquello que sientas. Pero no cargues todo el rato con las armaduras porque pesan _ríe, haciendo que se me escape a mí también una sonrisa_. En serio Vego, a veces dejamos de hacer cosas temiendo que todo se haga más serio y roto a su vez. Pero todo forma parte del mismo juego. Y a veces ganas, otras pierdes. Pero hay que intentarlo, arriesgar con todas las ganas. Lo peor, ¿sabes qué es lo peor? Es dejar de vivir todo lo que te apetezca hacer y atar en corto al impulso. Yo, cariño, prefiero arrepentirme de lo que hago que de lo que no hice, aunque deseé hacerlo. No nos podemos arrepentir de hacer lo que sentimos en cada momento, y da igual que después las cosas cambien, lo importante es que así lo sentiste.
- La verdad es que _digo con las ideas más claras_, Carlos no era la persona que quiero o que necesitaría en mi vida. Como yo tampoco lo he sido para él. Así que os voy a tener que dar la razón cuando decís eso de limar las ideas a base de experiencias. Porque supongo que sé qué no quiero, al haber estado con alguien que me ha ofrecido lo que no quiero, y asimismo podré valorar más a la persona que llegue para quedarse. Precisamente porque no va a ser fácil encontrarla _suspiro y me río_. Joder, al final me habéis convencido _ellos ríen conmigo_.
- Vego _me dice Andrea_. es que no hay mejor armadura que el saber vivir el momento junto al quererse a uno mismo, porque si tú te quieres a ti y te cuidas a ti, nada habrá en esta vida que te pueda dejar rota para siempre. Así que para qué tener miedo. Que todo sea lo que tenga que ser y hasta donde tenga que ser. Y si duele, que duela. Pero si tu forma de escudarte del dolor es simplemente huir de él, si simplemente es poner fronteras de por medio... eso no es vivirlo todo con la intensidad que merece, no estarás disfrutando de las cosas que te apetecen hacer al instante y te van a faltar experiencias con las que luego puedas contar anécdotas riéndote de todo, porque ya solo será pasado.



4:00 de la mañana. Estoy llegando a casa, y me siento tan bien. Llego con los pies cansados, después de haber estado pegando saltos bailando. Pero esa primera parte de la noche dedicada a nuestras reflexiones entre amigos, en las que siempre nos aconsejamos cómo ser mejores desde el punto de vista de cada uno, son como una bocanada de aire fresco necesario.Yo pienso que estas cosas son las que reflejan la verdadera amistad; el poder ser transparente, sin miedo a decir lo que opinas o lo que sientes, y obtener esa misma faceta de ellos, contigo. Cualquier persona que llegue a tu vida de la forma en la que llegue o con la etiqueta en la que se cuele en ti, si es real, si es honesto, y cuida de tus heridas, eso, eso es una verdadera suerte que nunca habría que dejar ir. Y qué suerte la mía.

1.8K visitas
Valora la calidad de esta publicación
0 votos

Por favor, entra o regístrate para responder a esta publicación.

Publicaciones relacionadas
Adimvi es mejor en su app para Android e IOS.