Sentada en la mesa del comedor respiré profundo intentando encontrar las palabras adecuadas para no herir a mi mejor amigo.
Andrew y yo habíamos sido vecinos desde que tenía uso de razón, había estado en cada momento importante en mi vida, había sido mi apoyo y mi roca .Tal vez por eso todos creyeron que terminaríamos juntos.
Todos menos yo.

Tragué saliva mientras la primera lágrima comenzaba a caer por mi mejilla. Nunca había querido hacerle daño, siempre intenté serle honesta hablando de frente sobre mis sentimientos.
Andrew siempre supo que no lo veía como algo más que un hermano.
Pero en algún punto del camino creyó que podía hacerme cambiar de opinión y me pidió matrimonio.
No tuve que decir palabra, mis padres aceptaron por mí la propuesta.

-Andrew... La respuesta sigue siendo la misma de ayer, no me quiero casar contigo-
Mi amigo solo asintió. Su cabello negro le tapó un poco la mirada mientras me decía:
-¿Es por él?-

Si, era por él.
De solo pensar su nombre mi pecho dolía.
Dolía porque extrañaba su contacto, dolía porque extrañaba su voz.
Dolía porque lo amaba.

Mi silencio le dio la respuesta.
Andrew se pasó las manos por el cabello en señal de frustración.
Siempre había pensado que Andrew no me amaba en verdad, simplemente había hecho caso a lo que nuestros padres querían. Él era perfecto y mis padres habían hecho de mí un intento de chica perfecta, lo más cómodo era estar juntos.
Y tal vez si no lo hubiera conocido a él, Andrew y yo hubiésemos terminado como querían nuestros padres.

Andrew se levantó y se arrodilló frente a mi silla.
-Puedo hacerte feliz-
Negué con la cabeza.
-No, no puedes-

Lo irónico era que había sido justamente Andrew quien nos había presentado.
Andrew me había llevado a conocer a ese chico joven que había iniciado un negocio de la nada y que contra toda probabilidad comenzaba a ser exitoso.
Por alguna razón Andrew no se pudo quedar a cenar esa noche, dejándome con mi nuevo jefe a solas.
Gracias a Dios había ocurrido así.

-No lo puedes tener a él. Te dejó, te abandonó- Me dijo Andrew duramente.
La realidad dolía, era parte de estar vivo. Era aquella aguja que se sentía afilada en el fondo de mi corazón mientras la verdad salía de la boca de mi amigo.
Sí, dolía que te dejaran, pero más dolía escucharlo de la boca de tu mejor amigo.
Podía ser porque cuando lo decía alguien cercano a ti comprendías que era un hecho. Entendías que no era un mal sueño o una pesadilla.
Que habías aceptado un trato y ahí estaban las consecuencias.

Sabiendo eso no detuve mis palabras.
-Lucharé por él. Lo haré Andrew y si eres mi amigo estarás conmigo en el proceso. Porque lo amo y porque sé que él me ama. Y hasta que esos sentimientos cambien no dejaré de luchar-
Entonces saqué de mi bolsillo el anillo que me había regalado y lo puse entre las manos de Andrew.
Después me levanté de la silla y tomé las llaves del auto, tenía que ir al aeropuerto.

Ya no podría detener el vuelo pero podía comprar un boleto y seguirlo.
Escuché la voz de Andrew detrás de mí decir:
-Yo conduzco-
No pude detener mi expresión de sorpresa al tiempo que mi celular sonaba.
Vi el nombre de la hermana del hombre al que amaba en la pantalla.
Contesté.
No me dio tiempo de saludar, sus palabras detuvieron las mías.
-Ha ocurrido un accidente-
Fue cuando mis latidos se detuvieron y comenzó la pesadilla.