Asuntos de la existencia humana
5 Feb, 2024
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Quizás los seres humanos no somos verdaderamente conscientes de que nos pasamos más de media vida durmiendo (el tiempo que lo hacemos en la cama en los brazos de Morfeo y también el que dormimos cuando estamos despiertos), hasta que de repente aparece en nuestra vida un importante desafío que nos hace despertar de verdad y prestar realmente atención ante lo que ocurre a nuestro alrededor, y con más motivo, si los hechos que acontecen nos afectan directamente. Existen, sin embargo, individuos que permanecen toda su vida dormidos, sumidos en un profundo sueño que les hace ajenos a la realidad, es decir ¡que no se enteran absolutamente de nada! (y a algunos, aunque se enterasen, no les serviría para obtener, ni tan siquiera un insignificante provecho) .

Unas veces porque nunca se les presentan interesantes objetivos que alcanzar y otras, porque no se atreven a afrontar el reto que se les aparece en un momento dado.


La anestesia ante el dolor (más espiritual que físico), debe de salir de nuestro interior, ya que, caer en el uso (y abuso) habitual de diversos elementos calmantes, acabará creando, sobre todo en los mentalmente más débiles (desde el punto de vista energético), una adicción profunda, que terminará convirtiendo a la persona en esclavo de su (supuesta) medicina. Lo que en principio parecía ser el remedio infalible, se convierte irremediablemente en el problema, una vez transcurrido el tiempo, y en muchas ocasiones se transforma, por desgracia, en un asunto complicado y de muy difícil solución.


Cuántas veces nos sucede a los seres humanos, que nos quejamos ante la más mínima adversidad que altera nuestra plácida (muchas veces) existencia. Sin embargo, después de pasarnos el día de hoy protestando por nuestras supuestas desgracias, nos damos cuenta, que al día siguiente, las cosas cambian, pero para peor e irremediablemente nos acordamos, que el día anterior estábamos mejor, pero así y todo nos quejábamos. Quizás nos debamos plantear que hemos de ser mucho más sufridos ante la adversidad, no ser tan quejicas, y pensar que aún, cuando consideramos que nos toca poco de lo bueno (todos aspiramos, y es muy legítimo, a recibir un buen trozo de la gran tarta de la vida), siempre hay quien todavía tiene menos, incluso nosotros no estamos nunca libres de estar peor (¡Virgencita que me quede como estoy!)


Fran Laviada

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