Alemania 1942

Billetes!!, revisen sus billetes, se oía una voz por todo el andén. El andén número 38, era un andén fuera de lo común .

En él, un tren hacía salidas y llegadas cada día, puntual como siempre.

Una pasajera estaba a punto de subir en ese tren, para escapar de un país, que hacía años que no la reconocía. De padres semitas, solo le quedaba una opción, apesadumbrada optó por elegir abandonar a su familia, y marcharse del país.

Ella, habría preferido quedarse, desde luego, pero dada la situación política de su país, lo más lógico era marcharse. Del andén 38, se decía que era para los que lo habían perdido todo, los parias.

Mientras la joven esperaba en el andén, más pasajeros esperaban cerca de ella. Algunos con el terror en los ojos, otros con la tristeza cabizbaja, se despedían de sus familiares, aquellos que aún podían o tenían, claro.

Ella, realmente no sabía qué hacer, su familia ya no la esperaba en casa, es más, su casa y su familia habían desaparecido. Ahora, solo esperaba poder salir de ese infierno, al que una vez llamó patria.

Desde que la cosa cambió para su país, ella, había estado escondida todo este tiempo, ahora, lo único que deseaba era marcharse. No sabía muy bien a dónde iría o donde le llevaría el rumbo de su vida, no le importaba ya.

Decían que Francia y Polonia habían caído, que España ya no era segura, que no quedaba un rincón seguro en Europa. Tal vez intentaría cruzar el canal de la mancha, y vivir una temporada en Inglaterra, tal vez.

¿Qué haría entonces? ¿a dónde iré?, ¿estaré segura ahí?, pensaba ella. No tenía parientes fuera, con lo cual no podía esperar ayuda de nadie.

De repente, el andén se fue vaciando, y los pasajeros subiendo a los vagones, ella subió al vagón, y se sentó en un asiento con ventanilla. Su vida cambiaba lentamente, pero debía hacerlo, por el bien de su propia seguridad.

Allí donde fuera, intentaría olvidar su patria, una patria muy cambiada y llena de odio..