ARAÑANDO UN SIGLO
12 Nov, 2021
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Un día caminando con mis amigos por un parque, me encontré por casualidad con una profesora de mi antiguo instituto.


Ahí estaba, ocupando un banco con su madre, una anciana que cargaba con más de 90 años a su espalda. Me hizo tanta ilusión volver a verla que no podía evitar pararme. Blanca se llama esa ex profesora .

Es obvio que hasta este párrafo nadie siente nada especial por lo que seguir leyendo.


Tuvimos una conversación breve pero muy intensa, tan intensa que varias veces después regalé alguna de esas lágrimas secretas hacia esa pequeña gran familia. Hablamos sobre qué tal me había ido la vida y todas esas preguntas que se te ocurren cuando pasas años sin ver a esa persona que crees que nunca ha estado en tu vida, pero que en realidad nunca ha dejado de estarlo.
Después de contestar aquellas preguntas, les dije que tenía 22 años y al escuchar la edad que tenía, la madre de la profesora me dijo: “ Ojala pudiera arañarte unos añitos”             
 
Entonces yo sonriendo le conteste: "Ui! Que avariciosa con todos los que tiene y me quiere quitar los mios..." entonces esa anciana de más de 90 años expulsó una carcajada tan grande que me hizo sentir bien el resto del día. 


Me dio tal lección esa mujer que dejé de creer por completo en que la vida no merecía la pena, para mí, después de aquel momento cada momento lo merecía, cada despertador por la mañana, cada café, cada ataque de risa, tantas cosas..


Y luego te paras a pensar y ves a tanta gente abandonando su vida tan joven que resulta muy triste pensar que un cuerpo de casi un siglo necesita todavía oler el olor del café por las mañanas, o simplemente esa sensación de pulsar el micro en su canción favorita en aquel concierto al que nunca fué.
 


No nos damos cuenta de lo rápido que pasa la vida y lo mucho que necesitamos estar en ella, aunque nada cambie, aunque estas palabras no nos devuelvan a la infancia, aunque no venga esa persona que nos gustaría que viniese en este preciso momento, ni esa anciana consiga llegar de nuevo a los 20 años.


Y qué más da, ¿no? siempre tendremos ese folio en blanco esperando que caiga alguna lagrima más sobre él. 
Pero nada de todo esto es nuevo para vosotros ¿verdad?. Así nos va, tatuándonos frases que nunca antes hemos sentido, criticando el estilo de otras personas, riéndonos de una chica que no ha aplicado correctamente el maquillaje en su rostro, sin fijarnos en todo lo que tiene detrás, llorando por motivos ajenos a lo que nos hacen explotar como una granada en medio de un desierto, dejando de vivir, de aprovechar cada día de nuestra vida, dando importancia a las cosas que no la tienen y quitándosela a las vidas eternas. 


Aquí estamos, en el siglo XXI, vendiendo nuestra vida como la mejor vivida de todo nuestro paso por la tierra, arañando la vida de los demás, sin ni siquiera ser capaces de sentir con la yema de los dos el tacto de la nuestra.
 


 


 


Ainara Diebich Hernández.

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