Sueño Húmedo Carmesí
22 Ago, 2019
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Hace un par de noches la vi...


Iba de la mano con un galante caballero. Llevaba puesto un vestido negro ceñido al cuerpo con una abertura amplia donde podían percibirse lo torneado de sus piernas .

Cintura ajustada. Nalgas intensamente redondas. Y una mirada. Esa mirada con ojos carmesí. Por un instante, sentí el fulgor de un brillo incomodo de esos ojos, por cierto, particularmente extraños. Por un leve instante creí notar hasta una ligera sonrisa.


            No suelo ir por ahí debatiéndome la existencia en procura de hallar el amor de mi vida. Sin embargo, se metió en mi mente la idea ilógica que una chica como la que vi aquel día, aquella de los ojos extraños, sería una buena opción. Una mujer con la que me gustaría compartir mi vida. Desde ese día que la vi no la he podido sacar de mi cabeza. Extraña sensación.


            La ley del universo es clara. Pide y te será concedido. Deséalo con anhelo y llegará a tu vida. Por eso siempre hay que ser cauteloso al pedir un deseo, porque jodidamente, se te puede conceder.


            Desde temprana edad siento un deseo incontenible por jugar bajo la lluvia. Es una locura que aún hoy a mis 25 años continúo realizando. Lo hago en cualquier oportunidad que tengo: En la mañana, la tarde o incluso en la noche. El ritual es desprenderme de toda la ropa para así exponer cada parte de mi cuerpo a la vibrante lluvia.


            El trabajo. Los estudios. Y las horas en la piscina entrenando para el equipo de natación de la facultad hacen que los días se vuelvan una jornada dura.


Esa tarde cuando regresaba a casa. El clima despuntaba hacia una lluvia recia. No fue hasta muy tarde en la noche cuando se rasgo el cielo y comenzaron a caer las primeras gotas de agua.


            Estaba estudiando. Cuando sentí la humedad del ambiente y el ronquido de la lluvia. Sin pensarlo dos veces, ya me encontraba desnudo disfrutando de la lluvia. La brisa fría calaba hasta los huesos. Hace unos años un buen amigo me enseño una técnica, si concentraba mi energía en la garganta pegando la lengua al paladar permitía ampliar la garganta de tal manera que cuando el aire inspirado retorna y pasa por la garganta con un sonido grueso de expiración, me daría el calor necesario para soportar el frio.


            Estaba sumido en la experiencia de la lluvia. El aroma húmedo de cuanto objeto o forma viviente impactado por las gotas de agua se impregnaba en mi olfato. El sonido recio del agua chocando en todas partes refinaba mis sentidos. La piel se replegaba por los múltiples impactos de las gotas de lluvia. Estando en pleno éxtasis. Sin abrir los ojos. Creí oír cabalgar un sonido en el viento. ¿Parece mi nombre?


            ¡DAMIAN!... ¡DAMIAN!


            El susurro próximo a mi oído, me saco de balance. No podía moverme. La parálisis cubrió todo mi cuerpo. Unas manos frías tomaron mi cara. Los labios ardían en furor cuando tocaron los míos. Extrañamente al recorrer los pliegues su boca con mi lengua, estaban fríos. Sentí un leve mordisco.Cuando pude salir del espasmo muscular y logré abrir los ojos. Sus ojos carmesí me asaltaron nuevamente. Resistirme fue inútil. Me gustaba. Desde que la vi quede prendado a ella. Escandalosamente le quise con todas mis fuerzas. Ese fue mi deseo tenerla. En la medida que fui cediendo a ese momento conseguí moverme mejor.



            La lluvia se hizo un mar torrencial. Ella lucia hermosa. Labios sensualmente rojos. Piel exageradamente pálida. Tacones altos. Y para mi asombro estaba convenientemente desnuda. Esa mirada inusual seguía quemándome el alma.


            La garganta se me seco de un suspiro. La tome con ambas manos y me aproxime sugerentemente a su boca. La tome poco a poco, primero con leves mordiscos por los espacios de sus labios, a mayor intensidad con la lengua y finalmente toda su boca. Un beso de un encuentro. Un beso para aperturar la pasión. Nos besamos con el deseo de sentirnos a plenitud. Las gotas de lluvia recorrían las pieles.


            Quede con el sabor de su aliento palpitando en mi boca. Mi aliento estaba ardiendo, pero el de ella, tenia una calidez fría. Continuamos danzando bajo la lluvia recia. Nos ajustamos para movernos en libertad. Le mordisquee el cuello, en sus axilas aspire su piel, continúa mordiendo su vientre. Incontrolablemente dirigí su cuerpo para dejarla completamente de espaldas. El vigor de mi masculinidad se tensó al límite. Sabíamos que aún no era el momento.


            Ella tomo la iniciativa, se postro con sus manos y rodillas en el suelo, marco sus cuatro puntos. La amplitud de su cuerpo dejaba en absoluta apertura su intimidad, rosácea y deseosa de placer. Me sumí en su manantial de aromas y fluidos, por cierto, todos dulces.


            El éxtasis nos hizo palidecer. Ella gemía. Su voz entrecortada indicada mucho placer:


─ ¡Bésala Damián! ¡Es toda tuya!


─ ¡Lamela Damián!


─ ¡Cometa Damián!


            El sobresalto entre una postura a otra, ocupo gran parte de esta intimidad, particularmente disfrutaba hasta la locura que tomara su entrepierna y lo besara con demencia.


            Ya colmada de tantos besos se recostó. Puso una pierna a la derecha. Coloco la otra a la izquierda. Era una apertura plena. Mientras me aproximaba, sus ojos extrañamente brillaban más. Habíamos pasado el umbral del control como para detenernos en esas insignificancias, la preocupación por sus extraños ojos.


Le acometí con arrojo. En la primera punción profunda de mis caderas, sus uñas afiladas, extrañamente afiladas tomaron mis nalgas a presión, me empujaba hacia sus adentros. La fuerza percutora de las caderas colisionaba con más fuerza. Quería ir tan adentro como fuera posible. La lluvia. Sus uñas rasgando mi espalda. Y sus dientes mordiendo mi cuello hicieron intensificar mi malignidad, fue un bautizo o un reencuentro con esa parte animal. Mis ojos se oscurecieron e inmediatamente el fulgor carmesí los invadió. La aprensión de mis manos la impregno hacia mi pecho. Sentía sus pálpitos. Su sexo alcanzo la dilatación máxima. Desfalleciendo. Perdiendo el aliento y en un turbulento movimiento de nuestros cuerpos sucumbimos en un éxtasis profundo. Estuvimos presos de ese deseo por un buen rato. El frio. El cansancio y el esfuerzo máximo me hizo dormir abrazado a ella.


            Las gotas de agua fría cayendo en mi rostro y el golpeteo de una ventana me despertaron.


Yacía desnudo en mi cama. No podía creerlo. Todo había sido un condenado sueño. Un sueño húmedo.


            Decepcionado y con hambre, me dirigi a la cocina para procurarme un poco de jugo o algo para comer. Al pasar por la sala, veo el reflejo de la parte posterior de mi cuerpo en el espejo. Extrañamente mis nalgas tenían marcas de uñas presionando y en mi espalda había evidencias de rasgaduras. En ese instante volvieron a brillar intensamente, mis ojos carmesí.

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M.R.Álvarez 794 puntos 5 Sep, 2021 M.R.Álvarez 794 puntos
Lo atacó un bruja de seguro, esta A1 para cuentos asombrosos, versión  tipo sexo. Muy creativo.
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5 Sep, 2021
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