ERES SOLO MIA
6 Oct, 2019
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           Una aparente casualidad en un momento ingenuo (así era lo que parecía) nos permitió un intercambio de miradas, palabras y sonrisas. Las almas son sabias .

En una sola voz, se confesaron: este es un nuevo encuentro, pero es otra vida. Los círculos inconclusos vuelven sobre si mismos, porque es necesario cerrarlos. Existen razones diversas para encontrarse. En nuestro caso, se conjugaba el todo para que tuviéramos profundos encuentros íntimos.


            La mano se ajusta a su garganta, me ubico desde una posición posterior. Su cabeza cede junto a la espalda, está unida a mi pecho. Mis labios reclaman su aliento. Muerdo el labio inferior, sin dejar de sujetar, la abordo desde arriba y atrás, con calma deseosa, me ocupo de sus labios superiores y sin perder el enfoque penetro su boca. Los labios se lamen, las bocas se abren y las mordidas delicadas hacen blanco en las lenguas. Cada succión lejos de arrebatarnos las ganas, hace aumentar la temperatura del deseo. Eres mía en alma y cuerpo.


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            Desabotono la blusa y le doy libertad a sus pechos. Un gemido tibio acaricia mis labios. Mi mano se aferra intensamente a su cuello. Su mano hace una caída libre hasta sus caderas. Su intención es entrar en mis predios. La contracción fría de la palma de su mano, me estremece, apenas si cubre la tibia piel del deseo erecto en mis piernas. Clavo una mordida en su cuello y recorro demencialmente la zona erógena de sus orejas y finalmente paso la amplitud de la lengua por la parte superior de su espalda ¿Qué otra cosa podrías esperar? Nunca hubo dudas. El placer se colaba en las pieles. Te siento tan mía.


            Ante la invitación de sus pezones erectos, saboreo las erizadas aureolas. Su mano en mi nuca me impulsa a presionar el delirio de comerme la redondez blanquecina de sus tetas. Ahí no queda la perversidad de mi deseo. Mis ansias desean olisquearla, por qué negarlo, me place lamerle el intenso perfume de sus axilas. Sus brazos por encima de su cabeza, me brindan espacios y ventajas para lamerle cuanto podía. La tibia soltura de sus pechos envuelve mis ganas y entre pálpitos incontrolables, mi deseo hecho carne enguantado en su mano, se sacude con rebeldía y concluyo que después de tantas vidas aun continúas siendo mía.


            Un nuevo gemido se estrella en mis sentidos. Le acaricio el cabello. Y de un tajo lo envuelvo en mis manos. Le domo su rebeldía. La postro ante mí, escasean las opciones. Sus labios intensamente rojos succionan sin apresuramiento, milímetro a milímetro la amplitud de mis ganas, la lengua tibia estremece mis pálpitos, la erección convulsiona en todas las paredes de su boca. Jalando su larga cabellera controlo lo salvaje de su deseo. Su mirada pide clemencia, pero soy presa de mis caprichos y no cedo. Cuanto extrañe hacerte mía.


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            La arrastro a la mesa. Sobresaltada pero dócil se descuelga dejando sus nalgas a mi merced. Presientes la proximidad de mi pene erecto, quiero excomulgarte y penetrarte. Aún no es el momento. Dejo caer el pantalón junto al boxer. Desencajo el hilo de la ropa interior de sus nalgas, en caída presurosa con el peso total de mi cuerpo, la libero de su ropa íntima. La redondez de sus nalgas está ante mí. El perfume íntimo, espera por el contacto de mis labios. Mis manos delinean sus muslos y nalgas, allí las apertura. Es un Bocatto di Cardinale. Cato el sabor de la tibies de sus labios vaginales y el aroma de los pliegues de su trasero se cierran en mi nariz. Gime y retuerce su cintura. Reconozco sus adentros, eres mía


            Saboreo ampliamente, me orienta la tibia piel marinada en sus jugos íntimos. Arrodillado, uso las manos y abro más sus nalgas. Lamo el clítoris, labios internos y labios externos. El sabor agridulce se enjuaga en mi paladar. El instinto es más fuerte que la voluntad. Mi mano dirige la punción. Le penetro desde atrás. Cuanto extrañe hacerla mía.


 


            Subo sus piernas a la mesa. De rodillas sigo tras suyo. Las caderas ganan amplitud. Su vagina espera, esta voluminosa. Sabrosa, delicada y exclusiva. Le separo las piernas, los tacones negros en punta de aguja estimulan la morbosidad del deseo. Mis manos sopesan en un apretón toda su vagina. Mientras mis dedos acarician la ruta de sus vértebras. En un movimiento sincronizado le capturo el cuello e introduzco punzadas, la otra mano empuja sus caderas hacia abajo desde el cóccix. La quiero abierta en pleno. Gimen sus huesos, rechina su sexo ante el roce indiscriminado de mis caderas en sus nalgas. Estoy tan adentro. Y por unos segundos quedo inmóvil, se nutre mi deseo. Es tibio. Es tierno sus adentros. Subo a la mesa sin desconectarme. Ya son mis dos manos empujándola con fuerza. Más abierta. Más profundo. Su vagina queda espigada, a la espera. Aferrado a sus caderas incorporo mi cuerpo y mi miembro in rigor mortis toca las paredes superiores de su vagina y cayendo en peso muerto le aplasto el lecho donde descansa su punto G. Gemimos. Nos estremecemos. Nos compadecemos. Nos entregamos. Un último y profundo empuje nos desmiembra el deseo. Un mar de pasión nos desborda. Muero al hacerte mía.


Nos lo merecemos. Seguiremos estos encuentros íntimos en esta o en cualquier otra vida porque siempre moriré para hacerte mía.

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M.R.Álvarez 794 puntos 18 Jul, 2020 M.R.Álvarez 794 puntos
Hasta lo más profundo del Yonni!
+1 voto
18 Jul, 2020
M.R.Álvarez 794 puntos 13 Oct, 2020 M.R.Álvarez 794 puntos
El erotismo en el imperio de los sentidos, una fuerza terrenal  que sacia la virilidad en el hombre (Mujer y hombre)..
+1 voto
13 Oct, 2020
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