"Cuenta la leyenda que todos nacemos con un hilo rojo, invisible, atado a la persona que amaremos por siempre. Que sin importar el tiempo, el lugar o la circunstancia el hilo se podrá estirar, contraer o enredar.. .Pero jamás romperse".
¿Y qué pasa si la persona que tiene la otra punta del hilo es tóxica para mí?. ¿Qué pasa si en vez de felicidad, cada vez me siento más triste?...
Algo esencial en nuestra vida es aprender a soltar todo aquello que nos hace daño, es evidente que al principio dolerá un poco, o bueno no; dolerá mucho.

Pero todo después de un tiempo va dejando de importar, las heridas van sanando y a su vez, cicatrizando. Aferrarse hace más daño que soltarse, y vendrán tiempos mejores, y con ellos, traerán mejores personas. Así que dejé de pensar en los demás y por una vez en la vida pensé en mi bienestar.

Se trataba de soltar todo aquello que no me dejaba continuar y que detenía mi felicidad. Porque no vale la pena estar con una persona que no me motive a ser mejor.

Y esta vez era así, tenía que dejarte ir, aunque me doliera.

Y entonces, creí que ya era hora de cortarlo. Ese hilo que nos unía, cada vez tenía más nudos, se tensaba y enredaba cada vez más... sabía que por mi bien debía hacerlo.