Cuando me dejo llevar, pongo mis mejores intenciones, hago todo lo posible a mi alrededor; entiendo, mi responsabilidad está en asumir mis errores, mis ideas y mis palabras cada cual lleva un sentimiento de por medio, también sé decir lo que no me agrada.
Trabajé mucho para lograr conectar mis pensamientos con mis acciones, no fue fácil conseguir congruencia en mi vida.

Comprendo que no estás preparado para recibir lo que yo tengo para dar, en tantos momentos entiendo que por más deseos que tuviese de que conocieras la mejor versión de mi, aun no sera el momento.
Ya se imaginan el dilema? aquí es donde tengo que saber escuchar el corazón cuando me dice que ya no hay mucho por hacer pero mi cerebro insiste en que aún tiene remedio. Justo ahí es donde se bifurca el camino: Me aferro más a la idea de que aún será posible y me obsesiono con ese sentir de mantenerte a mi lado o atiendo que es momento de desistir en algo que yo sola pretendo mantener .
AQUÍ es donde va a jugar un gran papel mi estabilidad emocional.

Ahora, pensandolo muy bien, ¿te detienes a escuchar ese sentir de tus pensamientos, de tus palabras?
las consecuencias de tus acciones son tu responsabilidad, no mía.