Se cumplen 96 horas de haberte conocido y aún me cuesta entender el por qué me es imposible dejar de recordarte, anhelarte, palparte en cada pensamiento, en cada momento de mi cotidianidad… Eres como mi gran golpe de suerte, siento este acontecimiento como la mejor manera en que la vida me demuestra que de vez en cuando me puede sonreír ¡y de qué manera!

Desde ese día pude ser testigo de aquello que tanto me recalcaron en las clases de física del colegio, ¿recuerdas algo sobre la teoría de la relatividad? pues para mi a partir de aquél momento me quedó mucho más que claro, ¡A tu lado, el tiempo funciona de manera diferente! es demasiado fugaz, efímero, como arena resbalándose entre los dedos, como sí cada segundo que viviera contigo suplicara por más; pero ahora, que no te tengo físicamente cerca de mi, las horas se multiplican haciéndome añorar cada instante tu compañía.

No deja de pasar por mi mente el recuerdo del primer instante entre los dos, esas miradas cruzadas que determinaron un antes y un después en mí, aquella primera conversación un poco mundana y sin sentido, ¡aquella sonrisa! ¡Dios!, podría morir detallando esa sonrisa que por alguna extraña razón, algo me decía que yo podría ser quien la provocaba; los roces de nuestras manos, las caricias imprevistas, esa conexión, esa afinidad… y ¿qué me dices sobre aquél primer beso? hace mucho tiempo no sentía mi corazón latir de esa manera, la sensación fue indescriptible, sentía que en algún momento él saldría de mi para ir corriendo tras de ti.

Aún me cuesta asimilar muchas cosas, me es complicado aceptar otras tantas, soy una mujer insegura y quizás un poco incrédula, pero de lo único que no me cabe la menor duda es que desde ese momento, pasadas las 19 horas del día 27 de mayo del 2017, algo cambió y tergiversó totalmente mi mundo… Y eso, definitivamente eres tú. C.R .