Una cosa es decir, y otra muy distinta, hacer
24 Ene, 2024
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Resulta muy fácil criticar las decisiones que otros toman, lo que es más complicado es ser uno mismo el que tenga que decidir, y llegado ese momento las cosas cambian.


Cuando estoy sentado en mi butaca tranquilamente viendo un partido de fútbol por la tele, tengo que escuchar, aunque mejor sería decir soportar muchas veces a toda a una variada gama de locutores, comentaristas, viejas glorias balompédicas, entrenadores en paro, también algunos graciosos con dudoso sentido del humor y otra serie de adheridos que se empeñan en contarme paso a paso, detalle a detalle y punto por punto lo que yo ya estoy viendo sin necesidad de que nadie continuamente me lo repita.


Da igual a la cadena que me conecte, en la mayoría de las ocasiones siempre sucede lo mismo, salvo alguna honrosa excepción que agradezco enormemente. Unos y otros se empeñan en tratarnos a los sufridos televidentes como si fuéramos auténticos analfabetos futbolísticos que no se enteran absolutamente de nada de lo que a través del televisor se está viviendo dentro del terreno de juego.


Y qué decir de los agotadores sabelotodo, esos filósofos iluminados del balón transformados en modernos profetas del fútbol que continuamente deambulan por los distintos medios de comunicación y que, día sí y día también, nos dicen a los telespectadores cómo han de jugar los equipos que estamos viendo disputar un partido y lo que tienen que hacer para ganar .

Qué estilo de juego han de emplear, las posiciones exactas que deben de ocupar los jugadores en el campo, los cambios que han de hacer los entrenadores en cada momento y un sinfín de mágicos remedios que desde su cómodo y plácido refugio ubicado detrás de las cámaras, se atreven a recetarnos.


Afortunadamente, no todos los que comentan un partido por televisión son iguales. Hay quien habla lo justo y con conocimiento de causa, pensando lo que dice, con el afán de comunicar y aportar sus puntos de vista, pero sin buscar el lucimiento personal y utilizando un lenguaje más efectivo que efectista. Por regla general, los que menos hablan son los que más saben, al contrario que otros que solo les gusta escucharse a sí mismos.


Como experimento social, sería muy interesante ver a tanto catedrático futbolístico, sentarse en un banquillo y dirigir a un equipo. Seguro que con algunos y como se suele decir coloquialmente, nos partiríamos el culo de risa y sin tener que realizar un esfuerzo excesivo.


Y por si fuera poco con lo ya indicado, ahora aparecen los comunicadores del postureo sonoro, esos nuevos abanderados de la modernez lingüística, para decir lo mismo, pero con otras palabras, todo sea para llamar la atención y de esa forma sentirse más importantes, para darle caña al ego o simplemente para aprovechar cualquier momento de gloria (presunta) y en vez de decir lo habitual que de sobra se entiende, por ejemplo, marcar, golpear, replegar, lo cambian por eso de encimar, percutir, resetear, en fin…


Paco Arias. Entrenador Nacional.

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