Yo creo que la última vez que mí papá me vio desnuda fue a los ocho o nueve años más o menos, el nunca me dijo que ya estaba grande para estar desnuda frente a él y yo no le dije tampoco.
Se dio de forma natural, simplemente ya podía bañarme totalmente sola por mí cuenta y lavarme bien el pelo (tengo mucho cabello así que me costó) y supongo que mí papá tenía la seguridad de que ya tenía el suficiente control de mí cuerpo para no resbalarme y matarme o quedarme dormida en la bañera.
Creo que si tu hija ya tiene nueve años por ahí sería un buen momento, pero no es necesario decir nada sólo evita las ocasiones en las que podrías verla desnuda, es decir cuando se baña y listo.
Es importante establecer límites de privacidad a medida que los niños crecen. Por lo general, alrededor de los 5-6 años es un buen momento para comenzar a respetar su privacidad en situaciones de vestimenta.
Adaptar esto según el nivel de comodidad de la familia es fundamental.
Entonces, la pregunta de cuándo un padre debe dejar de ver a su hija desnuda es un tema muy delicado que puede variar según las culturas, las normas sociales y las preferencias familiares.
No existe una respuesta única ni una edad específica para esto, ya que depende en gran medida de la comodidad y la comunicación entre los miembros de la familia.
En muchas culturas occidentales, se considera apropiado que los padres dejen de ver a sus hijos desnudos a medida que estos crecen y comienzan a mostrar una mayor privacidad y pudor .
La comunicación abierta y el respeto por los límites personales son fundamentales en estas situaciones. Los padres deben ser sensibles a las señales y las necesidades de privacidad de sus hijos. Algunas familias pueden seguir teniendo un nivel de comodidad para ciertas situaciones, como bañar a un niño pequeño, mientras que otras pueden optar por establecer límites más estrictos en una etapa temprana.
Por lo tanto lo más importante es mantener una comunicación abierta y respetuosa en la familia. Los padres deben ser conscientes de las necesidades y deseos de privacidad de sus hijos y adaptar sus acciones en consecuencia.
Cada familia es única y lo que funcione para una puede no ser adecuado para otra, por lo que no existe una regla rígida en este tema.
