Me siento hundido, desazonado.
Mi mente esta en standby, no se coordina con mi cuerpo.
Lloro a deshora por las esquinas de mi casa cuando no hay nadie, el mundo se me viene encima y no tengo fuerza para correr.
Atrás quedaron las ilusiones de la niñez para dar paso a las expectativas de la juventud, esas que nos ponen los padres y que son más o menos exigentes en función de la dureza por la que se guían sus corazones.
Por mi parte puedo decir que mi madre pese a ponerme el listón muy alto nunca se desanimo y siempre ha estado ahí, animando y motivando.
La otra cara le corresponde a mi padre, ese señor al que no le valía un 8,5 y que vivía con la canción de "Siempre va ha haber alguien mejor que tu".
Imaginaros las caras y comentarios que aguanto en casa por parte de este último.
Tengo 28 años e iba para medico hahahaa, ahora me hace gracia pensarlo, trabajo en el mundo de la sanidad pero con unas funciones menos consideradas, soy celador.
La vida puede cambiar en cualquier momento, y lo mismo nos da aire que nos lo quita.
Solo digo a lxs hijxs, no se dejen agobiar por las exigencias de los padres y los padres y madres les dedico esta reflexión,
Sabemos que queréis lo mejor para nosotros, pero muchas veces vuestras expectativas, no se cumplen y no por el hecho de que sena inalcanzables, sino porque eso que vosotros ansiáis, no es lo que queremos. .