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Las relaciones sociales
6 Ago, 2019
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Resulta curioso esto de las relaciones entre personas. Iba yo este pasado fin de semana por el centro, envuelto en la batahola de una multitud vocinglera, cuando me dio por pensar en ello.


Lo cierto es que la mayoría de las relaciones sociales vienen determinadas por un entorno muy limitado, un entorno que, con alguna que otra excepción, viene circunscrito a lo que es el marco vecinal y el laboral (o el estudiantil, en el caso de quienes todavía cursen estudios) donde cada uno se mueve, pues no en vano son estos los que en principio aportan la necesaria proximidad física que hace posible la formación y afianzamiento de dichas relaciones.


Más allá de estos marcos, es difícil conocer gente con la que entablar una determinada relación, por mucho que dicha gente en un momento dado pueda moverse cerca de nosotros e incluso precipitarse en avalancha, puesto que tales muchedumbres resultan por desgracia anónimas, rostros sin identidad que se mueven los unos al lado de los otros como sombras fugaces, siendo así que su contacto vendría a ser similar al del mar y las islas, un contacto continuo, sí, pero sin la química necesaria capaz de establecer entre los átomos enlaces covalentes .

Así, cada uno de nosotros somos en un momento dado una de esas islas, una isla rodeada de mar (de gente) por todas partes pero sin ningún contacto real.


Justo fue esa circunstancia la que espoleó mi reflexión. Veía infinidad de gente a mi alrededor, personas que iban y venían de un lado a otro, pero que en el fondo no eran para mí sino bultos andantes, rostros anónimos cuyos entresijos nunca tendría probablemente la oportunidad de desentrañar, del mismo modo que yo sería para ellos también un bulto andante, un rostro anónimo más.


Lo más curioso era que posiblemente entre tales rostros anónimos habría muchos cuya manera de pensar y entender la vida serían afines a la mía y con los cuales, de haber sido otras las circunstancias, podría haber congeniado a la perfección, personas con las que compartiría a buen seguro lazos de afinidad capaces de sostener una relación profunda, pero que, sin embargo, al no existir posibilidad real de comunicación entre nosotros, nos cruzábamos sin más en esas concretas coordenadas espacio temporales, electrones extraviados dentro de un universo caótico, lo más seguro que para no volver a hacerlo ya en ninguna otra ocasión. Se mire como se mire, es algo triste. Tanta gente y tan escasa posibilidad de interacción.


 

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Joseriichart 467 puntos 6 Ago, 2019 Joseriichart 467 puntos
Muy cierto
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6 Ago, 2019
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