Ohhh por Dios, ya es 24 de diciembre, y pensé que todo llegaría a ser distinto, que habría más frio, que tendríamos prendida la chimenea, dándonos un rico calorcito, con toda la familia, comiendo algo muy rico, teniendo ganas de tomar más de ese rico chocolate que hace la abuelita, mi tío alzándome en sus enormes hombros por toda la casa, andando con todos los primos mientras mis papás nos regañan porque podemos romper algo..

Pero la verdad es que ya no es así, ya no hay más chimenea, porque nos mudamos a otro país y aquí el clima es muy caluroso, pareciera que estoy dentro de la fogata, y no en un lado de ella, ya no hay nieve, sólo una enorme montaña de hojas secas en el fondo de mi casa.

Ya no podemos ir a cortar un pino y sembrar otro con papá para el próximo año, aquí no hay pinos, sólo unos enormes abetos, siempre ponemos guirnaldas enormes en las puertas de la casa, pero esta vez, mamá dijo que no sería buena idea, ya que la puerta es de madera y se le podría hacer un agujero en ella, ya no tenemos ese enorme árbol que tiene muchos, cantidad de regalos, sólo hay uno para cada quien, ya no hay ningún regalo con alguna envoltura obvia como la de la tía Melva, sólo se recuesta Fiddo bajo el árbol, como quisiera regresar a mi antigua casa, sólo recordar me hace ponerme muy triste, pero cuando menos me lo esperaba alguien tocó el timbre, mamá me dijo que fuera a ver quien era, en cuanto abrí la puerta, era toda la familia, traían comida, dulces, regalos, y fue la mejor navidad que había tenido, la familia había viajado desde muy lejos sólo para estar con nosotros.

Por eso, tenemos que entender que los momentos en familia son los mejores, que no tiene que ser navidad para juntaros y comer algo rico entre todos, que no necesariamente ese chocolate tiene que ser caliente, porque también sabe muy rico frio, y que, si no les caes muy bien aun siendo familia, tú quiérelos, ámalos, y nunca les des la espalda.

¡FELICES FIESTAS!