En esta reflexión de hoy, vengo a hablaros de algo que la mayoría de la gente que ha sufrido bullying debe tener presente cuando los de nuestra edad nos agregan años después a un grupo de whatsapp para hacer una reunión y una cena con todos los que hemos nacido en un mismo año y por lo tanto, con personas que has compartido un periodo de tiempo en la enseñanza: en mi caso fueron 10 años infernales a causa del acoso escolar. Unos me dicen que olvide lo ocurrido y les perdone - Perdonar se puede hacer, pero ¿cómo se puede hacer un borrado de memoria de esos años en tu cerebro? Creo que es imposible, , otros que ni les hable .

Yo decidí hacer lo segundo justo después de perdonar a dos cobardes , -no tienen otra acepción del diccionario los chicos que pegan a las chicas y en lugar de contarlo arrepentidos, lo hacen entre risas- darles mi amistad y ver cómo me traicionaban contando en el instituto donde cursaba el bachillerato, el trato que me daban. Todo empezó en enero, yo estaba tan tranquila en mi casa cuando de repente me sonó el whatsapp. Lo primero que piensas es que alguno de tus compañeros de clase se había olvidado alguna tarea por hacer o no sabía muy bien qué responder en una actividad, por lo que decidí coger el móvil para contestar. Al ver en la pantalla, "REUNIÓN DE QUINTOS DEL 88", empecé a temblar porque la última vez que me agregaron a un grupo de ese tipo, me salí 4 veces y en el último intento dos de las integrantes del grupo´, - la primera suplantó la identidad de un chico que me gustaba de mi clase de 3º de la ESO por ese entonces, en una supuesta carta de amor, para que su pandilla me pegara una paliza fuera del instituto, y la segunda ni se metía conmigo pero tampoco tenía trato conmigo,- decidieron meterse a defender lo indefendible después de argumentar que no me interesaba acudir a ese acto, . Sus argumentos fueron un "deberías venir", alegando que me lo estaba sugiriendo, - que yo sepa "deber" es un verbo de obligación y las personas tenemos el derecho de poder elegir si ir o no- y la otra se limitaba a un "es que si no vienes, no sabrás si hemos cambiado." Lo que me puso a pensar que quizá era demasiado tarde para los que me pegaban palizas e insultaban a diario durante 10 años, pues las únicas personas que hicieron algo por mí fueron un profesor en primaria y mi madre, - a la que le debo mucho en esta vida y por desgracia perdí demasiado pronto, hace 5 años en un accidente de tráfico-. Volviendo a enero de este año, sólo me salí una vez y no me volvieron a agregar, -¡uf, qué alivio!-. Esto me sirvió para ver que ya van entendiendo que invitarme es una pérdida de tiempo. Aunque a mi mejor amigo no le sentó bien y se puso a decirme que era para vernos los de la quinta del 88 y estar juntos, ¿qué interés tengo yo de ver a gente que el resto del año ni te hablan aunque sea por redes sociales? ¿Para qué quiero estar en un sitio dónde la mayoría me amargó la vida y sólo me llevo bien con 2 personas? Además de los 50 que éramos en el grupo, según la foto que ha subido una de las que intentó convencerme la primera vez, no han ido ni 20 personas.. Sinceramente, no quería ir porque posiblemente se pondrían a recordar cómo algunos se lo pasaban pipa tratándome mal por ser diferente al resto: era gordita, alta, llevaba gafas - y al menos lo de estar gordita no cambió hasta mis dos últimos años de la ESO, en los que estuve en el equipo de fútbol sala femenino del pueblo y empecé a perder peso. Tampoco quería oír lo bien que les va la vida a algunos, - tienen sus parejas, un trabajo y se han independizado- , a mí en estos últimos cuatro años sólo me ha ido bien en una faceta: los estudios. Aunque la FP de grado medio la hice en tres años, en lugar de dos porque me costaba concentrarme en los estudios y la hice a distancia, lo que implicaba tener exámenes cada 4 meses de más de 2 temas y durante 3 días. En el trabajo, una de cal y otra de arena. El año pasado en un voluntariado, los padres de los usuarios del centro ocupacional se pusieron de acuerdo para que los voluntarios no nos fuéramos con las manos vacías a casa y pude comprobar lo que es sentir el cariño de la gente con diversidad funcional. Me valió para comparar el trabajo de este año, -donde no me sentí valorada en ningún momento por la persona que estaba a mi cargo- con lo que hice allí y la gente que conocí más otras que ya conocía y una era amiga mía. En el amor, sólo he recibido guantazos con la mano abierta, -no físicos- dos rechazos y una ruptura reciente. Y lo de independizarme, lo veo tan cerca como el final del mes de agosto, aunque sólo sea durante los 9 meses de clases que tengo que estar en Castellón. Eso sí, los compañeros que tengo en el grado superior son una maravilla de personas, -cada uno con sus defectos-, pero cuando te ven mal enseguida van a darte ánimos y apoyo demostrando que tienen un corazón que no les cabe en el pecho. En resumen, me fastidia ver que a aquellos que me hicieron la vida imposible les vaya tan bien y a mí no. Es para preguntarle al ser superior que maneja nuestro hilo de la vida, ¿qué he hecho yo mal en esta vida para que sólo me vaya bien en los estudios y relaciones sociales pero no en el amor y el trabajo?