"No te vayas" quería decirle, quería rogarle que se quedara, que lo intentara una vez más, que no se rindiera; que luchara por mí. Sin embargo, no lo dije .No podía. Porque aunque mi alma y mi corazón se aferraran a retenerlo, sabía que lo mejor para ambos era esto; una definitiva despedida. Lo tenía justo frente a mí, sus ojos reflejaban un profundo dolor, reflejaban todo lo que el silencio no decía, él quería que yo dijera aquellas palabras, quería que respondiera.

La angustia en su mirada hizo que apartara mis ojos de los suyos y mientras observaba la pequeña mancha de café en la mesa frente a mí, sentía como un nudo se convertía en un profundo dolor en mi garganta, mis ojos de repente comenzaron a empañarse y rebeldes lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. ¿Para qué ocultarlas? Nunca fuí de aquellas personas que se tragaban su dolor, simplemente lo dejaba fluír. Dejaba que él viera lo que mi alma destrozada gritaba.

-¿Este es el final? ¿No quieres que luchemos?- Volvió a preguntar con voz angustiante y ansiosa, con esa voz que tanto yo conocía como desesperación...

Me quedé por lo que parecían siglos analizando su pregunta, sin embargo solo fueron segundos en los que pensé en nosotros... imágenes de él y yo riendo, abrazándonos, amándonos, gritándonos, llorando, y luego... el yéndose, él abandonándome, él rompiendo mi corazón. Y más imagenes. Una chica destrozada llorando durante noches enteras en su habitación, una chica tóxica, una pequeña niña perdida y vulnerable. Esa niña era yo, él me amó, pero también me destrozó una y otra vez. Y aunque apenas eramos unos niños, unos adolescentes, aunque sé que el me quería, nada de eso evitó el daño que su amor me causó. Y ahora estoy aquí, observándolo, dedicándome a grabar su rostro en mi mente, porque justo ahora; después de tanto luchar por él, de tanto retenerlo, después de tanto amarlo por fin comprendí que estar sin él sería lo mejor para ambos.
Nuestro amor era demasiado intenso y desenfrenado como para que funcionara. Tantos años intentándolo una y otra vez, me hicieron comprender que ciertos amores es mejor soltarlos. El sigue mirándome con esos ojos cafés que tanto amé. Le dedico una mirada cargada de ternura y amor, le sonrío por última vez y me preparo para mi respuesta.

-Ahora estoy lista para dejarte ir. Ya luchamos lo suficiente...