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28 Mar, 2018
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Cabrón,
no te fijes en sus gemidos,
ella puede gritar como una pu-ta
ninfó-mana y no sabrías si finge o no.

Fíjate en sus gestos naturales,
en sus pies que pone de
puntillas como bailarina,
en la rigidez de detrás de sus rodillas,
en sus axilas sudorosas y su respiración; siente su carne al abrirse y lo
caliente que es por dentro;
su humedad,
sí,
tócala y haz que se pruebe ella misma
y que se haga adicta a su sabor,
a su olor.
Dile suciedades al oído;
si te pide que le sigas hablando así,
y que lo hagas mientras chupas su oreja,
cabrón,
es porque lo estás haciendo muy bien;
así que dile más y haz que
ellas misma se las diga.

Siente su saliva,
lámele los labios,
también los de su boca.
Mide su excitªción no por sus sonidos,
sino por la abundancia de sus squirt's.

Contempla cómo se va muriendo,
cómo se desmorona,
cómo le brincan algunos
músculos naturalmente,
cómo se desespera y se aferra a ti.

Observa cómo se retuerce,
cómo estruja las sábanas,
cómo sucumbe lentamente,
cómo te dice cosas que nunca había dicho,
cómo se pone como nunca se había puesto;
cómo se exci-ta,
cómo se muere,
sí,
cómo se muere.

Mira como le tiemblan las piernas
y explota frente a ti,
y quiere ser salvada,
para no morir de pla-cer.
Observa bien esa metamorfosis
de diosa,
a humana pecadora,
carnal,
necesitada de ti,
de un simple cabrón como tú.

Cuando haya pasado todo esto,
entonces sí,
fue tu pu-ta,
y ella lo sabe,
y ella te lo dijo y quiso que se
lo dijeras y que la trataras como tal
no porque quisiste sino porque ella
deseó ser y decirlo y sentirse así;
se sintió tan libre y plena al ser tu pu-ta;
pro-miscua,
llena,
sucia,
pu-ta;
sí,
eso fue,
eso quiso,
quiso ser tu pu-ta,
cabrón .
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