Bienvenidos, mis queridos lectores, a la isla de los juguetes perdidos.
Para encontrar esta isla, hay que cerrar los ojos y pensar en ese juguete que marcó tu infancia, ese juguete especial que te regaló una persona especial para ti.
Y ahora que estás pensando en ese juguete, piensa en ese momento en el que dejaste de jugar y dejaste tu infancia atrás… ¿NO ES FÁCIL, ¿VERDAD?… Pues en esta isla, los que más poder tienen son los juguetes de niños, cuya infancia duró una pantalla en el televisor. Y no porque sean malos, sino porque son los que llegaron antes .
Pero mientras los adultos sueñan con ser niños, y los niños juegan a ser adultos, algo se pierde en el camino. La inocencia de un niño, cuéntale a un niño que un ratoncito llegará por una puerta mágica y se llevará su diente mientras duerme, y el niño estará ilusionado al llegar la mañana siguiente. Pero no ilusiones a un niño con relatos cuando sus ilusiones murieron cuando le fallaste cuando te necesitaba. Porque sabes quién jugará con esos juguetes perdidos en esa isla, el amigo imaginario que perdió por ilusionarse. ¿Pero quién jugará con los juguetes que perdí en el camino hacia el presente? Nos hacemos mayores, nos dicen que maduremos, y la gente cambia. Y cambia tanto que dejan de creer que un día Peter Pan los llevará a Nunca Jamás.
Esto no es un cuento de hadas, porque si un hada nace de la sonrisa de un recién nacido, la mía murió cuando maté a mi niñez.
