La tranquilidad es genial. El dolor ausente (II)
20 Mar, 2024
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Nutrición sólida y líquida.


Alimentación: Con independencia de lo antes indicado, en el caso de que la persona se ponga en manos de un nutricionista, está claro que ha de ser lo más equilibrada posible. Con una proporción adecuada de grasas, hidratos de carbono y proteínas.


Y de forma general, y con la mayor frecuencia que sea posible, siempre hay que insistir en evitar el exceso de calorías y seguir dietas ricas en verduras y frutas .

También es recomendable consumir productos lácteos bajos en grasas. Hay que evitar el abuso de azúcar (aunque, por ejemplo, los adictos al chocolate lo tengan complicado, ya que el bombardeo publicitario en los medios de comunicación, es permanente), sodio y grasas saturadas. 


Asimismo, hay que tener en cuenta la ingestión de los nutrientes más convenientes para que la maquinaria del organismo funcione de la forma más correcta. Es muy importante mantener un peso corporal adecuado, pues ya se sabe que los kilos de más no son aconsejables para mantener una buena salud. Y a más exceso de peso, más riesgo para que la actividad diaria del organismo no sea la más conveniente y aumenten las posibilidades de que alguna pieza del mismo falle.


Conservar un peso saludable y que esté acorde con la altura y la constitución de la persona, reduce la presión sobre las articulaciones y disminuye el riesgo de contraer enfermedades que de forma directa están relacionadas con la obesidad.


Hidratación: Hay que beber la suficiente cantidad de agua (y otros líquidos aconsejables), ya que esta es esencial para el funcionamiento adecuado del cuerpo y la salud en general. Y que acostumbrarse a hacerlo de forma regular y antes de tener sed, que es el primer síntoma de deshidratación.


Fran Laviada

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