El camino del invencible
4 Mar, 2024
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Con la experiencia que van dando los años, y si uno está atento a lo que la vida enseña, se da cuenta de que no hace falta ser el más alto, ni el más grande, ni tampoco el más fuerte, ni tan siquiera el más guapo, y por supuesto, no es necesario, estar en permanente estado de competencia para ser mejor que el prójimo.


Es absurdo perder el tiempo realizando siempre demostraciones gratuitas para que los demás vean lo que uno vale, ya que eso no sirve absolutamente para nada, además de que exige un esfuerzo permanente, que suele dar un resultado estéril, sobre todo cuando los ojos de los demás no ven más allá de sus propias narices, ya que tienen una ceguera voluntariamente adquirida, o prefieren mirar hacia otro lado antes de reconocer lo que en verdad uno vale, y no solo porque uno lo diga, sino porque lo demuestra con hechos.


Lo que de verdad es positivo, y a la vez difícil, es vencerse a uno mismo y cuando el ser humano lo consigue, puede tener la completa seguridad de que se encuentra en el camino correcto, que es el mejor de los caminos, es decir, aquel que nos lleva siempre hacia donde debemos ir, pero siempre porque nosotros así lo hemos decidido y estamos convencidos de ello, y no, porque otros nos lo digan, o peor aún, porque nos lo quieran imponer.


Y creo firmemente en lo que digo, ya que he tenido tiempo para comprobarlo a lo largo de mi vida, que ha sido muy larga, ya que acabo de cumplir ciento cinco años (aunque todavía espero seguir dando guerra durante un poco más de tiempo), y además mi existencia ha estado llena de todo tipo de experiencias, que me permiten hablar con cierta autoridad, aunque a pesar de mi edad todavía sigo aprendiendo y lo seguiré haciendo hasta que estire la pata.


Me he casado ocho veces (es decir, que en asuntos matrimoniales, he tropezado una y otra vez y con insistencia desmesurada en la misma piedra), tengo veintinueve hijos con trece mujeres (de varias nacionalidades y razas de todos los colores). He alternado momentos de miseria con otros de riqueza .

De un día para otro he pasado de ser millonario a estar en la puta ruina, incluso de tener una empresa con más de cien empleados, a trabajar como un obrero con salario miserable. Me ha tocado la lotería, y el premio lo gasté casi antes de cobrarlo. He tenido cuatro accidentes de automóvil (entre otras muchas cosas, he sido piloto de carreras), de los que he salido completamente ileso (tan solo rasguños sin importancia, las heridas más graves, siempre me las han infligido las personas, nunca los coches), he viajado por todo el mundo, he cenado con Reyes, jefes de Estado y con los hombres más poderosos del planeta, han intentado matarme tres veces, y he trabajado en cincuenta y siete profesiones y oficios diferentes. ¿Les parece a ustedes que tengo el conocimiento necesario de la vida, para saber de lo que hablo?


Fran Laviada


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