El refugio del lector. El solitario inquilino del búnker (XII)
28 Feb, 2024
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Capítulo 1. EL COMIENZO


(Fragmento)



Continuación...


Cualquiera puede tener hijos (aunque sus habilidades para cuidarlos y educarlos sean muy limitadas), e incluso por muy irresponsable que alguien sea .

Es decir, algo tan importante no exige ninguna preparación especial, tan solo conocimientos básicos a nivel de usuario (en lo que se refiere a la procreación en sí misma).


Existen TRES* estupendas opciones a elegir antes de traer niños al mundo, sin pararse a pensar con el necesario detenimiento las nefastas consecuencias de tal acción, cuando se realiza de forma irreflexiva, algo que por desgracia sucede con frecuencia, y «que para luego es tarde», es decir, que por desgracia, ya no tiene remedio. Por lo tanto, es inútil arrepentirse, por mucho que algunas parejas inmaduras (a la vez que egoístas) intenten arreglarlo, delegando la educación y cuidado («¡vaya morro!») de sus hijos a los abuelos. Algo muy habitual en estos tiempos (y que tan solo tiene justificación cuando las circunstancias adversas de la vida así lo exijan), en los que hay que llegar a cualquier precio donde sea que uno elija y lo más rápido posible. Las personas se han vuelto esclavas de las normas establecidas por el mundo de la inmediatez, en el que todo ha de hacerse para ayer, en el que las prisas son la motivación del momento, la improvisación casi siempre se impone a la reflexión y la calma. Y el día a día se afronta con el estrés como aliado, con el objetivo permanente de desplazarse a velocidades excesivas, de tal manera que el ser humano parece que casi siempre está más interesado en ir a toda velocidad por la autopista de la existencia, que desplazarse con tranquilidad y poder disfrutar del paisaje.


Está bien aprovechar el tiempo apoyándose en eso tan repetido (a la vez, que trágicamente cierto), de que la vida es corta, pero una cosa es desperdiciar lo que te ofrece, lo que viene siendo dejar pasar trenes que nunca van a volver por la misma estación, y otra muy distinta es beberla de golpe, algo que a muchos les deja del todo satisfechos en el momento, pero que por desgracia puede que cuando vuelvan a estar sedientos, ya no tengan nada que beber y acaben muriéndose de sed.


*Las opciones.


Primera: Hacerse un nudo en el miembro viril, también llamado abstención. ¡Sin más!


El paso de los años mitiga la fogosidad y también la capacidad de elevación del miembro, así que abstenerse va costando menos esfuerzo, aunque algunos se hayan, hecho adictos a la Viagra, ese invento salvador para mantener siempre el «instrumento» disponible que les permita entrar rápidamente en acción cuando las circunstancias así lo demandan.


Segunda: «Usar un chubasquero para el pito». Lo que viene siendo el condón de toda la vida, aunque todavía hay algunos gazmoños, que piensan que es pecado utilizarlo. ¡Madre del amor hermoso!


Una verdadera lástima, ya que, no saben lo que se pierden (sobre todo ellas), con toda la nueva gama de texturas, rugosidades y sabores existentes hoy día en el mercado.


Tercera: Estar muy atento para meter la «marcha atrás» en el momento oportuno. No aconsejable para los eyaculadores precoces, ni tampoco, para quienes anden mal de reflejos.


Todo se soluciona (casi siempre) con un buen entrenamiento, que algunos adquieren casi sin proponérselo, cuando se quedan por desgracia a medias («Coitus Interruptus»), pues han de salir rápidamente, incluso en calzoncillos, para no ser pillados con las manos (o lo que sea) en la masa. Algo que les ocurre a quienes con frecuencia suelen encamarse con quien no deben (por lo general, con señoras casadas y en su propia casa), y no esperan la llegada imprevista del «corneado» marido. Que vuelve al hogar sin previo aviso, para darle una sorpresa a su fiel «mujercita», sin imaginarse ni por lo más remoto, que su aparcamiento matrimonial está ocupado por otro vehículo. Que además tiene un motor más grande y potente que el suyo, incluso más nuevo, algo a lo que su señora no ha podido resistirse, obviamente.


La situación también puede ser al revés, ya que la infidelidad no es patrimonio ni de unos ni de otras.


Sigue...


Autor: Franjo Halvary


"El solitario inquilino del búnker"


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