No obstante, una vez pasada la adolescencia y entrada la etapa adulta, esta importancia social al físico puede no continuar. Es decir, algunas personas no superan esa dependencia a estar lo más presentables posible .
Por eso, lo mejor es aceptarse a uno mismo tal cual se es, con lo que has venido al mundo. Que quieres hacerte un retoque estético, ¡pues perfecto! Pero que tu autoestima no dependa de ello, ni del qué dirán. Lo ideal sería bajar las exigencias estéticas con uno mismo y aumentarlas en cuanto a la forma de ser.
La mayoría de personas se peina todos los días, se viste elegantemente, cuida su olor… Pero, ¿hacemos lo mismo con nuestro interior? Nutrimos nuestra piel para que luzca bella, pero ¿nutrimos nuestra alma?
Al final lo que más felicidad aporta es una salud emocional y mental bien desarrollada. Una identidad estable, con valores adecuados.