Entre estas altitudes me encuentro estática tras la melancolía.
Tres polvos por la tarde y ya te echo de menos, mientras acelero los orgasmos.
El acalorado clima que hace actuar la esencia del clitoris, a través de tus labios.
Tu supervivencia al cosquilleo en tu garganta, tu manía ridícula cuando te pones nerviosa.
Nunca he pensado en huir de la lucha continua que originan tus miedos.
Quizá me ayudaste ayer cuando mi viaje había perdido el sentido de la orientación.
Después, sobre el cielo nocturno de mi propio caos estrellado, al fin te recuerdo.
Hoy buscándote sin remordimientos en cualquier tránsito entre la paz y el odio.
Ellas rompiendo los prejuicios mientras las críticas son normalizadas.
No es imposible imponer la posibilidad de preguntas como espinas.
Quiero esquivar tus desprecios hasta resolver todas las dudas contigo.
Ya me he cansado de tus mentiras sin exhibiciones, y ahora somos diferentes cuando volvemos al desierto de la plenitud. .