Cayeron ojas secas invadidas de recuerdos e ilusiones.
Tan despierto, que soñé que la caja de Pandora residía en mis muros internos.
Tan despierto que me ilusioné, con la calurosa esperanza en noches de hogueras, en noches frías de invierno, en ardientes noches de infierno interno, en inundaciones impasibles fluyendo tinta en el cabecero de un cuaderno.
La imaginé, caminando con una natural corona dorada, y descifrando la incógnita de su esencia, me enamoré del mismísimo ilusionismo mintiendo disfrazado de moño rubio, descifrando mis teorías con tan solo un contoneo pélvico mientras obrservaba la seguridad de su caminar como si se tratase de negra magia, si se tratase de brujería.
Soñé con recuerdos en vano, abrí los ojos y consciente fui de como fugaces destellos de calderos, esparto de cuerdas, a la vez hipócritas, porque ataban libertades, ataban una hoguera de ilusiones, deseos, pasiones, libertinaje, prendían mi mente en una llama púrpura.
Tan libre, tan desubicada, tan salvaje, tan rebelde. Al fin y al cabo llevaba una república de emociones como bandera y el misterio como estandarte.
Color morado incidía en la residencia de las comisuras de sus labios.
Libre, única, inimitable, protagonista de las ramas de árboles que mueren, el viento que sopla con más ilusión de lo habitual, con la cordura de la duda de un marinero que pregunta si atar el nudo o no atarlo.
Terrible y a la vez tan enamoradiza estampida en un hombro, paradojicamente nos enamoramos de bandadas de búhos, nos excitamos con acariciar ramas de árboles, y nos cubrimos el rostro para no mostrar complejos y dudas inmortarles.
Encapuchados para no mirar futuros, no recordar ennegrecidos pasados, y no caer en la tentación de silbidos de aves que aman al sol, al amanecer, al brillar, al renacer del día.
Atada sobre una hoguera de esparto, grita que la entiendan, amarrada sobre una hoguera que le quema la mente, aunque le arda el alma, implora que la liberen.
Encendiéndose un cigarro con el fuego candente de las comisuras de sus labios, ordena que la suelten, desnuda y con ese cuerpo lleno de tatuajes, rebela que la entiendan, que la dejen ser libre.
- Imagina ser mi Perséfone, imagino ser el contenido de tu caja de Pandora.
