No solo atrapa sueños, aunque sueñes que te atrape,

también sexuales tentaciones, en calmados cuerpos.

Noches en vela en propios ojos color cobre, cobran deudas cuando duermes en deseos reales.

Mirada café abraza impulsos sexuales en fina lencería color azabache.

Pasiones ocultas tras la tira de un sostén refleja impactos de futuras noches que alberga un estigma detras del lóbulo de una femenina oreja, custodiada por una voz que alienta un corazón negro en forma de tinta.

Panteras aparecen en pensamientos en junglas de asfalto que desgarran una esencia masculina solitaria, fragancia llena de aliento en un artesano frasco creado por una tez clara.

Mirada felina compositora de una bandada de cuervos que se posan en un alma encadenada por dudas, vigiladas por mirlos presenciando incertidumbre.

Labios en forma de panel sobre el que quieren trabajar obreros enjambres para producir miel sobre la textura de labios con sedoso tacto imaginario.

Silueta en claroscuros, que rodea una luz templada y lujuriosa, esculpida en forma de loba, petrificada por la desconfianza e ilusionada bajo pechos de un canon romano, en el que quieres sentir infancia en fases de lactancia.

Un simétrico oráculo aue compone la duda del destino en días nublados, un nublado que forma gamas cromáticas en cruces de miradas vistiendo vistas prematuras. Que inyectan ganas de salivar en una yugular, por cada uno de sus más íntimos rincones corporales.

Frecuencias cardíacas que aumentan por cada bombeo de sangre que se imagina mordiscos en una humilde carótida.

-Un beso alimenta un cuerpo, pero una mirada hace que un alma respire.