El credo de mi pecado
1 Jun, 2022
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Vamos a ser tan solo simples seres inertes que crecen. De tus latidos, mis egocéntricas respiraciones.

De mis latidos, tus solidarios suspiros.


Dejémos atrás disgustos, sombrías tristezas, y claras decepciones. 


Seamos tan visionarios como vanguardistas, canalicemos, tanto amores frustrados como utópicas desilusiones alimentadas por ambas partes. 


Caminemos como la lujuria que reptaba impune sobre el paraíso, que obligó a ser libre a la carne. 


La brujería que su silueta hipnotiza, el futuro que muere antes de nacer ante la silueta de un caminar, la eternidad, tan efímera como eterna se deprime ante besos, abrazos, caricias, que recibe otro ser que siente y piensa. 


La magia de un simple moño, el truco de su pacto sin tratos pero compactos, su trato con maña que impacta con fuerza en el interior de mi tórax.


Realismo de su estructura corporal, ennegrecidos latidos y verídicas pulsaciones que verifican intrínsecas maldiciones. 


Hechízame, con la z de zanjas en mis azufres franjas.

Hechízame con la z de tus adorables garras.

Hechízame, con la z de tu zorra sabiduría.

Hechízame, con la z de la última vocal del principio de los oyuelos que forman el surco de la comisura de tus labios, o del ilusionismo de tu sonrisa. 


Deshójame las tres hojas de mi amargura, las cuales buscan suerte entre amargos cafés a las 07:00 am. 




    -El último credo nació de mi única y primera tentación

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