Carta a mamá
30 Nov, 2019
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Me gustaría empezar intentando explicar el amor, pero de pronto me encuentro con mi pasado frente a frente, y empiezo a recordar.


Y quisiera que algún día alguien la mire como si ella fuese única, me hubiera gustado que alguien la tratase como a un tesoro, talvez alguien que estuviera pendiente de ella, que la amara tanto que no le dejarían de brillar los ojos. En el pasado esas pupilas se encendieron, o eso quiero creer, he escuchado historias que me lo hacen suponer, alguien ya la amo y la hizo sentir especial, la llevó de vuelta y de regreso a la luna, le dejó marcas en la piel y en el corazón, y quizás algún recuerdo en el alma .

Es casi imposible pensar que no haya amado, o que nadie nunca lo haya hecho, y digo imposible porque me niego a creerlo, porque jamás vi esos ojos brillar, ni esa sonrisa coqueta como respuesta a un par de palabras dulces.


Lástima que desde que la conozco o recuerdo conocerla he visto sentir que está viviendo la vida que le tocó, con la persona que algún día eligió y no pudo dar marcha atrás, como una especie de pago a sus pecados, toda su vida consideró que era una cruz que debía cargar, amar o intentar amar a alguien del cual he aprendido varias cosas, menos muestras de amor, o simplemente de afecto.


No puedo encontrar un momento donde la recuerde feliz, la recuerdo valiente, luchando y hasta con una especie de instinto de supervivencia, tratando de protegernos y de darnos una familia “normal”.


Te agradezco por luchar una batalla que no debiste luchar, porque fue momento de rendirse hace muchos años atrás, y espero que no sea tarde para que alguien te vuelva a mirar con respeto, con admiración, con deseo, quizás con una especie de necesidad, pero sobre todo, me gustaría que alguien te mire con amor, y que de sus labios solo saliesen palabras dulces y tiernas para tus oídos, y no es mucho lo que pido, es lo mínimo que mereces.


Crecí aprendiendo que no era necesario, que las muestras de cariño y de amor ya estaban de más al estar en una relación, aprendí que una familia era un peso y que era necesario un viernes para desestresarse y olvidar por un momento las cargas familiares. Aprendí a querer de la forma equivocada, y aunque crea que no hay una forma correcta, digo que es la equivocada, por que en eso que aprendí las demostraciones de cariño estaban ausentes hacia la persona que más me importaba.


Perdóname madre si no aprendí de ti, perdóname si aprendí lo que vi que te hacían a ti, perdóname por seguir viviendo sin importarme si estabas feliz, perdóname una vez más porque el mismo error que mi padre cometí.


Aprendí cosas que no debí, pero ahora sé otras que me ayudan a continuar, a mirar la vida diferente, si… me equivoqué, cuando llego el momento de ser papá, quise escapar, pensé que era un peso, una carga a mi vida, y no contento con eso, no la supe amar a ella, olvide los pequeños detalles que le daban forma a su sonrisa, jamás celebramos fechas especiales, jamás me deje amar del todo, e inconscientemente hice lo que había aprendido. A ti también te debo una disculpa, de esas grandes que ayudan a sanar y olvidar las heridas del pasado.


Ahora aprendí, y quiero que mi hijo también lo sepa, cualquier persona que tenga a su lado es especial, y es importante entregar el amor en la medida justa, dejarnos caer los muros que nos hacen ver duros y amar, las mujeres merecen el cielo, por el simple hecho de seguir dando vida.


No quería acabar esto sin decirle gracias a la vida, por mostrarme lo que no quiero y por enseñarme cuanto duele, porque solo comprendemos algo cuando lo vivimos.

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