El Blanco no es tan Virginal.
POR Chuie
24 Jul, 2019
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Entre risas y copas, bocadillos a punto de acabarse, la televisión plasma con música de fondo, se encuentran Jenna y Miranda. Amigas desde el tiempo universitario donde las locuras y banalidades las acercaron haciendo una química perfecta en sus vidas.


Como es de esperarse un sábado por la noche, se reúnen para tener su tradicional “Pijamada”, donde pueden tomar vino sin pensar que deben conducir .

La noche se presta para conversar sobre sus angustias, problemas o quejarse de otras cosas, es un lugar seguro donde pueden expresarse sin miradas negativas. Parecen terapeutas una de la otra.


-Hay algo que si quiero contarte- Miranda mantiene una mirada preocupante


- ¿Estas embarazada y seré la madrina? ¿Cuánto cuesta lo que hay que comprar? - un poco burlona


-No seas tonta, ¿crees que estaría disfrutando del vino si así fuera?


-Ok! ¡Ok! Debe ser algo serio para tocar el tema hoy precisamente


-No sé si sea compatible con Evan, las cosas han estado un poco mal- toma un bocadillo en espera de un consejo funcional


-Ahora entiendes porque amo mi soltería- hace una pausa para tomar su copa- cero maridos dando problemas


-Las cosas se han puesto monótonas, y ni hablar del sexo


-Quizás está cansado, digo ser Vicepresidente donde trabaja es muy demandante


-Pero y ¿mi demanda de atención? Si no fuese porque es adinerado con buena familia me divorcio


- ¿Tan mal está en la cama? Tómalo con calma, a lo mejor estás agrandando el asunto


-Cinco cortos minutos no son mi ideal de placer, ¿quieres que lo tome con calma? - da un sorbo a su copa de vino


Aunque Jenna no aprueba el matrimonio pues lo ve como algo innecesario con bolsa de problemas, dentro de su razón le parece que Miranda exagera y está siendo poco tolerante. Es verdad sobre la ideología donde el trabajo no debe ser más importante, pero es algo con solución y comunicación. Sin duda alguna su amiga no lo entendió.


 


MARTES POR LA TARDE, Restaurante Atlas.



Como cualquier ajetreado día, las personas que trabajan cerca, acuden por una merecida comida, pues sus estómagos rugen con el afán de hacerlos entender que tanto trabajo no les hará sentir satisfechos y menos bajar nuestro estrés.


Entre sus tanos clientes se encuentra el hombre de negocios Evan, terminando llamadas por su celular y enviando correos con la otra mano. Muy eficiente a la hora de hacer negocios, cerrar acuerdos o atraer nuevos clientes. Por eso y más tiene su puesto ganado, claro que su jefe lo sabe, por esa misma razón no permitirá perder a una joya como él.


Mientras cuelga la llamada, se percata de una voz femenina familiar llamándolo por su nombre.


- ¡Hey! Jenna… ¿cómo estás? - la recibe con un cálido abrazo


-Todo bien y por lo que veo tu muy ocupado- ambos sonríen


-Gajes del oficio, ¿en que andas? ¿Buscando otra historia?


-Ellas vienen a mí por eso soy buena como periodista, pero en realidad vengo a encontrarme con alguien


-No te detengo entonces


-Ni te preocupes por eso, aparentemente no ha llegado- observa el lugar buscando entre las personas


-Si gustas puedes esperar aquí en la mesa


- ¿No molesto? Porque es lo que menos quiero


-Claro que no, toma asiento- jala la silla continua como un gesto caballeroso


Comparten una botella de vino, mientras intercambian anécdotas sobre su día. Entre unas risas salen algunas bromas, lo cual es normal pues ellos se caen bien y con buena razón. Pero todo está planeado de la manera más estratégica posible, las casualidades para alguien con el olfato tan afinado de Jenna no existen.


-Oye Evan, y como va tu matrimonio… ¿todo bien? 


-Pues supongo que si


-Ósea ¿no estás seguro? Para cuatro años de casados esperaba otra respuesta


-Creo que yo sabría muy bien si algo pasa con Miranda, me lo haría notar en segundos


-Amm…claro, pero no significa que lo sepas todo- saca de su bolso una grabadora de voz, la pone sobre la mesa y se la desliza


- ¿Y esto que es? - la observa extrañado


-Eso mi amigo, es la verdad- se pone de pie, toma su bolso y se va sin darle oportunidad de preguntar más


 


VIERNES POR LA MAÑANA, Revista Millennial



En el gran salón de reuniones, todos van con una energía dispuesta a comerse el mundo y no es para menos, los números en ventas se triplicaron. Su nueva imagen con contenido adicional enamoro a cientos de personas, por lo tanto, su mercado creció. Estas noticias pueden ser un ascenso de puesto, cuya mujer con vestido rojo le puso el ojo hace meses.


De forma calmada entra el Sr. Cole para comenzar a dar detalles del porque esta reunión. Su manera elocuente al hablar, sin dejar de lado el carisma propio lo ha hecho ganar respeto por su equipo de trabajo. Comienza con un discurso motivador, pero está tomando otro giro. La reunión es para presentar al nuevo accionista de la empresa.


En lo que menciona su nombre, una mujer con estatura imponente y vestido blanco gracias a Dolce&Gabbana, hace una entrada triunfal hacia el señor con barba canosa recortada, quien le da la mano y bienvenida. Cede su puesto para darle paso a la bella mujer con ganas de expresar los nuevos planes.


Después de 20 minutos explicando la nueva metodología, los empleados parecen aceptarla; pues está mostrando ser alguien con el sumo conocimiento e inteligencia para los negocios. Incluso Jenna esta impactada. La reunión termina y todos vuelven hacia sus labores menos ella.


- ¡Miranda te pasas! ¿Esa entrada triunfal? Te luciste- se ríe muy alto


-A poco y no te quedaste perpleja al verme entrando


-Obviamente, ahora si se me cumplió el milagro


- ¿Cuál de todos? Porque tienes muchos en una lista


-Ya sabes lo que vengo persiguiendo desde hace meses


- ¡Cierto! El tan aclamado ascenso a jefe en editor- sonríe


-Me fascina que estés más clara que el agua, no soporto a Daniel en ese puesto


-Pensándolo bien, ¿sabes qué oficina te quedaría mucho mejor?


-La que te conté ¿con grandes ventanas y vistas a la ciudad? - sus ojos se ven un poco soñadores


-¡No! Esa que es en la calle, ya sabes en la fila de desempleados- su mirada se vuelve seria


En ese momento Jenna se quedó muda al ver que Miranda no solo la estaba largando, también había hablado con su jefe para un despido definitivo. Ni siquiera tuvo que preguntar cuando ya le estaban restregando en cara acerca de la grabación. Su ahora mejor examiga no se guardó nada, incluso la llamo periodista de quinta.


-Así es como se juega Jenna- su sonrisa de victoria se ve un poco malévola


-Miranda, acerca de eso…yo lo hice con la mejor intención de ayudar


-Si claro, ahora dime que las sirenas son reales y sus besos saben a helado…- sí, el sarcasmo también le queda bien


-Miranda te lo juro


-Tu ayuda es como la pizza, pero la pizza yo si la pedí


-No debí involucrarme sin haberte preguntado, lo siento- unas lágrimas se avecinan


-Guárdate tu ridículo teatro, ibas a arruinar por todo lo que he trabajado


- ¡Claro que no! Yo solo quería que él se diera cuenta donde estaba fallando


-Aja si, buen argumento…recoge tus cosas y vete


-Por favor piensa las cosas


-Y tu ve pensando cómo pagar deudas, porque este es tu fin como periodista…eso te lo juro- enseña su dedo del medio y le da la espalda directo a la puerta


 

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