Empezar a correr detrás del tiempo,


ha sido una de mis decisiones tomadas tarde,


empezar a rogarle que vuelvas,


ha sido la única que he tomado temprano.


 


Las manecillas las llevo encajadas en el corazón, a las 3 en punto,


justo cuando el cielo es de un solo color 


y no conoce de amaneceres ni atardeceres,


justo cuando te fuiste, ilesa.


 


Te fuiste despacio, lento, caminando sin prisa,


yo me quedé, con la tristeza de la mano


y un corazón que lloraba a todo pulmón, diciendo que quiere irse a casa,


pero casa, eras tú, y tú, ya no estabas.


 


Ahora corro detrás del tiempo, pidiéndole que regrese a aquella vez,


para sostener la punta de tu suéter, y decirte que te quedes,


solo para que puedas contarle a tus hijos, 


la única vez que alguien te quiso sin el orgullo por delante.


 


¿Qué puedo decir?


El tiempo no me escucha, 


solamente dice,


que ha llegado la hora, de tomar el té


y hablar sobre lo que pasa, después de las 3.