Te ganan las náuseas y tienes que sacar todo lo que llevas dentro, una parte de ti se alegra al pensar que así podrías estar más delgada, otra sabe que se siente mal. Por alguna razón, todo lo que estuviste guardando sale a la superficie a la par que sale tu última cena.
Las lágrimas vuelven de repente y te sientes en el limbo, te das cuenta que quizá detenerte a reflexionar sobre todo te ponga algo triste pero quizá sea necesario .
¿A quién puedes decirle todo sin que piense mal? Nadie lo entendería y no quieres preocupar a nadie más, si ya puedes recibir correo a tu casa estás en la edad de crecer para enfrentar tus propios problemas. Si te distraes quizá te vaya mejor, no puedes permitir que se note que estás mal y te duele todo.
No hay forma en que te muevas y no te duela todo, no puedes ni sostener tu propio cuerpo, ni compartir con el perro que es lo que más feliz te hace. No sabes qué hacer y por tu mente rondan miles y miles de ideas pero no quieres darle importancia a nada aún, porque si le abres un espacio para que te importe de verdad entonces el dolor será mental y no sólo físico, eso es aún peor.
En ocasiones dormir es la mejor solución, no pensar para mantenerte cuerda un poco más, para alargar la vida a tu mente, porque entre más y más pienses, mayor será el sufrimiento. Deja de darle vueltas, distraete, sonríe un poco más, no pienses más y verás que por pequeños momentos todo ira mucho mejor. Que tu cuerpo se quiebre, pero que tu mente no caiga jamás.