Cuando cruzamos el límite (primera parte).
23 Ene, 2019
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Habíamos conversado toda la noche, habíamos reído con tantas cosas como siempre y el sol ya estaba encima nuestro. Fuimos a dormir y, entre juegos y bromas, nuestros cuerpos comenzaron a enredarse y tus manos recorrían mis curvas con seguridad .

Guiada por tu perfume, comencé a perderme en tu cuello, rozamos nuestras narices, el corazón se nos aceleraba cada vez que nuestros labios se encontraban, mordisqueabas mi boca y en cada segundo que pasaba, más deseaba tu sabor…


Nos besamos lento al principio, luego más intenso y largo. Tomaste con fuerza mi cintura y me sentaste sobre ti, sin dejar de besarme comenzaste a quitarme la ropa, con avidez aumentabas mi deseo y para cuando mis dedos rosaron tu espalda desnuda, ya estabas dentro mío. Te movías con delicadeza, jalabas mi cuello hacia ti y dejabas escasos segundos para que yo pudiera exhalar. Tu boca siempre ansiosa de la mía no me permitía alejarme mucho, apretaba tu cabello y te mordisqueaba. Logré alejar mi torso de tu cuerpo para moverme con fuerza y libertad sobre ti. Entrelazamos nuestras manos, apretabas mis pechos y los besabas. En cada envestida me acercaba más al cielo. Tus manos oprimían mis caderas, perdías tu cabeza en mi estómago y mordisqueabas mi ombligo, escuchaba tus leves gemidos y sentía la tensión en todo tu cuerpo. 


Tus besos me devoraban mientras, levantando mis brazos, aprisionaste mis muñecas y deslizaste tu lengua por todo mi cuerpo, desde el cuello, pasando por mis pezones, abdomen y entre mis piernas fue que perdí de vista tus ojos y, con mis brazos aun en alto, disfruté de tu lengua y dedos dentro mío. Gemí fuerte, esta vez mientras impulsaba mi cadera hacia ti y con tus manos en mis glúteos, me recibías en tu boca y el aire se me hacía cada vez más pesado.


Sonreíste maliciosamente al descubrir que estaba apunto de desvanecerme. Te acercaste a mi oído y susurraste que el juego aún no terminaba. Volviste a besarme y desesperadamente salté sobre ti, lamí tu cuello y baje mis manos a tu erección, te castigaría de la misma manera pensé.


Frotaba con mis manos hacia arriba y abajo; fuerte, rápido, lento y delicado. Yo miraba fijamente tus ojos, desafiándote y te impedía besarme, perseguiste mi boca hasta encontrarla y a la vez dejé que volvieras a tomar el control y me penetraras… 

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