En vano he intentado alejarme de ti, tú recuerdo me persigue por la habitación y siento que está atado a  mi propia sombra; ni cuando duermo me libero de ti, pues en sueños tu espíritu me atrapa y no me permite ver que sin ti aún sigo existiendo. Quizá no eres tú, quizá soy yo la que se aferra a ti, cada paso que intento dar lejos de ti me hace sentir como se desgarra mi alma, es un dolor que no se cura con nada pero es la nada la que lo cura, el olvido al que tanto le tenemos es inevitable.

Siempre creí que en el amor había un poco de amargura como en los viejos vinos, cierto toque de locura para no caer en la monotonía, una gran base de pasión, incandescente como el sol, pero al final solo se siente un vacio insaciable, es perderte a ti mismo mientras le dices adiós a alguien más.

Si he de ser honesta, he sentido cómo tu mirada es una extensión de mi cuerpo, tus brazos extensiones de mi torso y tus besos , aunque usen el posesivo de segunda persona, siempre he sentido que sólo me pertenecen a mi, me pertenecen más que a mi propio nombre, porque ellos me identifican mejor que nada.