Y ahí estaba de pie al filo de la calle con su mirada sobre mí, tratando de disimular lo nerviosa que me sentía e intentando no morir atropellada al cruzar la calle, entonces lo vi bajarse del auto, nos saludamos y con algo de torpeza camine hacia la puerta la misma que me abrió, deslumbrándome con ese acto, es que son pocos los hombres que hoy hacen eso o tal vez no he salido con muchos así, de todos modos aún estaba pensando que decir, por suerte se trataba de un chico interesante y aparentemente inteligente, quiero recalcar aparentemente, él inicio la plática y solamente fluyo, claro que hubo silencios incómodos en los que mi mente se quedaba en blanco pero al final empezábamos de nuevo, él fue el que decidió a donde ir, por suerte, pues detesto que me pregunten: ¿qué quieres hacer? o ¿a dónde quieres ir?, llegamos al lugar, buscamos estacionamiento y bajamos del auto, yo lo hice tan pronto recordé como hacerlo, él parecía tranquilo no se porque yo estaba así, tal vez porque no había salido con alguien ya un muy buen tiempo y eso de las primeras citas me han asustado desde siempre, mi inseguridad supongo, la de casi todas las chicas, cuando nos sentamos pedimos el café y conversamos de todo, de la vida, de nuestros trabajos, de lo que habíamos hecho ya saben de lo que se conversa en las primeras citas, después de casi una hora o más, regresamos al auto y nuevamente me abrió la puerta y nuevamente me deslumbró, me preguntó si aún tenia tiempo y yo asentí con la cabeza, me llevo a un mirador, yo como la mujer inteligente que soy no llevé ningún abrigo, pero el muy caballeroso me dio su abrigo, la verdad fue muy amable y atento durante toda la noche, con gestos pequeños pero bonitos, pasamos algunas horas mirando la ciudad iluminada, vaya que es una buena vista, conversando de nuestros sueños y esas cosas que solo se pueden conversar un sábado por la noche en tu primera cita, luego fuimos a comer algo y terminamos la noche caminando un poco, en medio del silencio y el frió de aquel día, de regreso al auto y con la excusa del frió me tomo de la mano y con solo ese acto yo sentí aquellas mariposas en el estómago, alguien explíqueme que pasa conmigo, me llevo a mi casa, me retire su abrigo, le di las gracias y entre una broma y otra nos despedimos, él espero a que entre en mi casa y se fue, me quede pensando si fue o no una buena salida para él, unos minutos después me envió un mensaje y continuamos hablando yo estaba muy cansada había trabajado todo el día y en verdad tenía mucho sueño, pero le contesté hasta que nos dormimos, la verdad supongo que es una buena señal que haya enviado el mensaje, ¿verdad?, al día siguiente estaba resfriada pero creo que valió la pena. Esto de la primera cita siempre resulta una revolución con las mariposas en el estómago .