Llegaba aquellas noches a mi hogar engañando a mi propia alma, nadie veía el dolor recorrido por mis venas noche tras noche, el cual parecía un martirio de nunca acabar. Ya no sentía si las horas pasaban rápido o si el reloj en mi pared estaba detenido, lo único certero en ese momento para mí era que la luna se escondería y el sol saldría pero yo estaba lista para tapar sus rayos pues me había hecho amiga de la oscuridad.

Mis aliados eran el frío y lágrimas de una persona que no reconocía su reflejo, me estaba volviendo alguien sin empatía, poco a poco borraba las huellas de quien realmente era .Le estaba abriendo paso a algo tan poco mágico, estaba muriendo por dentro.

Habían horas donde no quería recordar nada, se suponía que la botella de tequila debía causar un efecto de amnesia corta pero el recuerdo era más latente, los malditos sentimientos se podían escuchar como eco mientras se rompían en los pedacitos mas difíciles de encontrar. De mis labios sale un susurro, me encontré hablando conmigo misma, con la mala, mi peor lado resurgía, con la lentitud de un tango divino en Argentina mataba lo poco que me mantenía viva, la dulzura de una inocente niña se desvanecía.

Lo peor de estar en una zona oscura no es la falta de luz, si no lo cómodo que uno comienza a sentirse, pero los vicios se vuelven poderosos, cuando solías fumar un cigarrillo a la semana; la re sequedad de tus labios te delataban pues ya consumías una cajeta entera. ¿Porque nos exigimos tanto en destruirnos? ¿Por qué es tan difícil levantar el vuelo nuevamente? ¿Que acaso no sabíamos vivir sin ese alguien? Estábamos perfectos antes de un mentiroso “por siempre juntos”.

Si…es difícil curarse uno mismo. Buscamos sentirnos mejor revolcándonos con alguien que muy bien podría seguir siendo un desconocido pero lo añadimos a nuestra historia basándonos con el refrán de un clavo saca otro clavo, vaya bajamos la dignidad algunas veces por cinco minutos en las sábanas baratas en un hotel de mala muerte. Y que crees? Seguimos destruidos, el dolor crece tanto hasta sofocarnos, hasta no sentir la respiración.

Pues si tocamos fondo, ya no hay esperanza pero cómo es posible que un rayito de luz pueda entrar a la profundidad de nuestro dolor? Acaso no habíamos perdido eso, y la única buena noticia es que ahora nos toca levantarnos nuevamente volver por donde entramos recordar nuevamente todo para sanarnos para comenzar a aprender a vivir con eso, pero ya no dolerá solamente se convertirá en el pasado y en una historia de sobrevivencia del corazón.