Amor prohibido parte 3
10 Ene, 2023
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Yo bajé el ritmo con mucho esfuerzo. El morbo se me había subido a la cabeza y el cosquilleo era placentero .

No sentía ni ardor ni dolor. El momento cúspide se acercaba. Yo sabía que estaba llegando al punto de no retorno. Sentía un regocijo al penetrarla tan cómodamente. Era la primera vez en mi vida que experimentaba esa sensación de efectividad al penetrar. Era la primera vez que mi pene entraba en una vagina solito, sin necesidad de tener que agarrármelo para dirigirlo hacia la entrada. Era la primera vez que podía embestir a una mujer moviendo mi cadera hacia adelante y hacia atrás y no hacia medio lado. Era la primera vez que la hembra estaba sentada de frente y no de medio lado para ayudar a que la curva de mi pene ingresara en su sexo. Era algo simple y obvio para alguien que toda su vida ha tenido un pene normal, recto, pero era todo un acontecimiento para alguien como yo. Mis emociones de felicidad y morbo estaban hirviendo dentro de mi cuerpo en ese instante. Sara tal vez no era consciente de eso. Pero yo se lo estaba agradeciendo mucho.


 


-Sara, me voy a venir-rrrrr


 


-Cuñis sácala. Échala en este vaso.


 


Me paso un pocillo de tono oscuro que tomó del portavasos que había justo a su lado izquierdo. Solo en el último instante saqué mi pene completamente mojado del gozo vaginal. Solo en ese fragmento mas por reacción accidental de ella al levantar sus piernas pude ver sin mucho detalle esa vagina rosada y algo velluda. Lo que vi me resultó hermoso y erótico.


 


Introduje mi pene en el vaso completamente y dejé que eyaculara en el interior del vaso. Sara me miraba a la cara mientras yo vivía mi orgasmo y tuvo tal vez el único gesto de cariño. Me acarició mi pecho velludo mientras yo jadeaba de placer contorneando mi cuerpo con cada pringo de semen que salía disparado contra el fondo del vaso. Un placer intenso recorría mi cuerpo y una leve sensibilidad diferente en el tallo de mi pene pude percibir cuando este se contraía para eyacular.


 


Solo después de notar que yo había recobrado un poco mi prestancia me preguntó.


 


-Todo bien cuñis? Te dolió o te ardió cuando te viniste?


 


-Nooo, no. Solo un poco de sensibilidad, pero nadita de dolor. Puro placer.


 


-Ya veo que no. Ja ja ja.


 


-Perdóname Sara, pero que chuchita tan rica tienes.


 


-Tranquilo cuñis. Me alegra que te haya gustado y que la hayas pasado bien. Pero sobre todo que tu verga funcione bien. Mi hermana ahora va a estar más feliz. Bueno hay que seguir probando claro está. Y bueno déjame decirte que se sentía rico. La moviste bien.


 


-Gracias Sara.


 


-Miremos el semen. No debe tener ni olor ni color raro.


 


Sara se bajó del mesón como si nada hubiera pasado antes, cual mujer haciendo un trabajo de laboratorio. Tomó el pocillo, se acercó a la puerta de salida al patio para tener buena iluminación. Miro al fondo del pocillo, lo acercó a su nariz y lo olió.


 


-Parece todo normal. Me pasas una cuchara pequeña por favor?


 


Le pasé una cuchara y ella la sirvió de semen. Lo observó a la luz por unos segundos con ojos de enfermera y hasta untó un poco en su dedo índice derecho para juntarlo con su pulgar pudo tantear su consistencia.


 


-Creo que todo se ve normal con tu semen. Míralo tú.


 


Yo lo vi, lo olí e hice lo mismo que ella.


 


-Si. Todo parece normal.


 


Me sentí aliviado, complacido y de alguna manera unido emocionalmente a mi cuñada. Era todo algo confuso. En ese momento supe que la forma de relacionarnos ya no sería nunca igual. Algo habíamos roto. Al menos en mi cabeza aunque tal vez no en la de Sara.

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