Lo que realmente importa... #Reflexión
13 Ago, 2022
Tiempo de lectura aprox. :
10 min.
+4 votos



A medida que vamos avanzando en la vida nos damos cuenta de lo impredecible que puede ser ella, los diversos cambios que pueden surgir a nuestro alrededor y también en nuestro interior, porque constantemente cambiamos de forma de pensar, es decir, no pensamos ni actuamos de la misma manera que hace 5 años atrás. Y hoy quiero llevarte a reflexionar sobre cuestiones importantes que debemos tener en cuenta a lo largo de los años que vivamos en este mundo. 

Todos en algún momento podemos caer en el error de enfocarnos en circunstancias, que si las analizamos con detenimiento, notamos que son insignificantes .

O nos ocupamos de alcanzar ciertas metas, bienes materiales, etc. Que según nuestra perspectiva pueden ser de suma relevancia. Sin embargo, quiero hacerte ésta pregunta, ¿en verdad aquello que nos preocupa o a lo que le dedicamos más tiempo realmente importa?. Y pregunto esto, porque muchas veces lo que perseguimos o lo que nos produce estrés y ansiedad generalmente suele perjudicarnos, y desenfocarnos de lo que verdaderamente vale la pena en la vida. Ejemplos pueden ser: temor a no aprobar un exámen, trabajar duro para comprar un autómovil de alta gama, obtener un teléfono último modelo, lograr el mayor éxito en aquello en lo que soy bueno haciendo,etc. Si bien, no encuentro nada de malo el querer superarse y estar en una mejor posición económica, que intentemos triunfar, esforzándonos diariamente. Pero seamos realistas, pueden ocurrir algo en nuestras vidas que así como subimos puede hacernos bajar, que nos desestabilice y derrumbe lo que construimos. Mi intención no es ser pesimista y apagar sueños, sólo quiero que podamos meditar en lo que realmente debemos atesorar y valorar, porque al estar tan concentrados en ciertas cosas podemos descuidar a las personas que nos aman y que siempre estuvieron allí para nosotros. Aún peor, podemos llegar a desantendernos nosotros mismos, en donde ni siquiera podemos disfrutar los días, los momentos, ni reservamos un tiempo para descansar, despejarnos, y estar contentos, agradecidos con lo que tenemos hoy. 

Te dejo estas preguntas para que podamos meditar: ¿Cuándo fue la última vez que compartiste con tu familia, ya sea tus padres, abuelos, hermanos, primos, tíos? con familiares que realmente estuvieron para vos. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a visitar a aquellos amigos que siempre estuvieron? ¿Cuándo fue la última vez que ayudaste, consolaste y acompañasta a alguien que te necesitaba?¿Cuándo fue la última vez que le enviaste un mensaje o le llamaste a alguien que hace mucho tiempo no ves, para saber como se encuentra? ¿Cuándo fue la última vez que dejaste de aparentar para vivir siendo libre y auténtico/a? ¿Cuándo fue la última vez que te tomaste un descanso? ¿Cuándo fue la última vez que te permitiste llorar y expresar el dolor que sentías? ¿Cuándo fue la última vez que perdonaste a alguien? ¿Cuándo fue la última vez que te perdonaste por aquellas situaciones y acciones que no te salieron bien? ¿Cuándo fue la última vez que agradeciste por lo que tenés actualmente? Ya sea porque no te falta qué comer, y vestir, o contemplar el sol, la lluvia, un amanecer, un atardecer, o  el habitual hecho de poder respirar. ¿Cuándo fue la última vez que te permitiste disfrutar? a pesar de que no estés viviendo el mejor momento. Éstas interrogantes nos ayudan a recordar cuándo fue la última vez que las hicimos porque algún día a todos nos puede ocurrir algo, ya sea una enfermedad, un accidente, una pérdida, etc. 

Hasta ahora ya pudimos notar una comparación entre lo que no importa tanto, y lo que verdaderamente sí, sin embargo, hay una cuestión más para desarrollar, ya que trasciende en muchos aspectos. Y te lo presentaré desde un punto de vista bíblico. 

Si bien es cierto que es gratificante y en las mayores de las ocasiones necesitamos de los demás para poder crecer y también estar en armonía con nosotros mismos. Pero hay que destacar que existen temporadas en la vida en que nos podemos sentir completamente sólos, en donde, no importa quién esté cerca, somos los únicos que están atravesando por un determinado problema. Momentos cruciales en la vida que nos dejan sin ninguna escapatoria, dónde podemos llegar a sentirnos angustiados, desamparados y perdidos, sin un rumbo definido. Cuando los verdaderos conflictos aparecen, más nos podemos dar cuenta de lo frágil y débiles que somos, es decir, no interesa quienés están, el estatus que poseamos, el éxito o lo fuerte que nos consideremos, siempre habrá instantes que demuestren lo miserables e inconsistentes que somos como seres humanos. Sabiendo esto, es razonable pensar que debe haber alguien que va más allá de nuestras capacidades y fuerzas. Y Jesús es la persona ideal a quién podemos recurrir en momentos desesperantes y tormentosos. Él dijo:  Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma. Pues mi yugo es fácil de llevar y la carga que les doy es liviana. Mateo 11:29-30.

Podemos confiar en Jesús en las crisis, porque un día el caminó sobre la tierra, padeciendo de los sufrimientos humanos, entonces él conoce perfectamente lo que nos sucede. Como esa persona que se entregó y murió en sacrificio por nuestros errores, para que pudieramos tener un acceso hacia Dios el Padre y fueramos salvos de la perdición, nos amó tanto, que hoy vos y yo podemos relacionarnos con él. Entonces podemos estar seguros y depositar todas nuestras cargas y ansiedades en Dios. Sin importar lo que pueda pasar, ya vivos o después de la muerte, podemos estar convencidos de que si estamos junto a él permaneceremos firmes y a salvo.  Dice en Mateo 7:24-27 Todo el que escucha mi enseñanza y la sigue es sabio, como la persona que construye su casa sobre una roca sólida. Aunque llueva a cántaros y suban las aguas de la inundación y los vientos golpeen contra esa casa, no se vendrá abajo porque está construida sobre un lecho de roca. Sin embargo, el que oye mi enseñanza y no la obedece es un necio, como la persona que construye su casa sobre la arena. Cuando vengan las lluvias y lleguen las inundaciones y los vientos golpeen contra esa casa, se derrumbará con un gran estruendo.

Cabe destacar, que para poder ser salvos y caminar seguros en esta vida tan fluctuante, debemos aceptar a Cristo como nuestro Señor y Salvador de nuestras vidas, dejarnos enseñar por él, respetar y poner en práctica sus enseñanzas, abandonar la manera incorrecta que estabamos viviendo, de esta forma, cuando lleguen las tempestades nuestra casa no quedará arruinada porque estará cimentada sobre la base que es Cristo. En el tenemos la esperanza de que algún día regresará por aquellos que lo eligieron, y establecerá un reino de justicia, en donde no habrá más lamentos, ni maldad.

En conclusión, valoremos esa preciada salvación que nos regaló,  intentemos disfrutar cada día como si fuera el último, estando agradecidos por los pequeños detalles, y por las personas que permanecen a nuestro lado. Procuremos tener en cuenta siempre a Dios por sobre todas las cosas. Porque no sabemos que puede pasar en el día de mañana. 




252 visitas
Valora la calidad de esta publicación
0 votos

Por favor, entra o regístrate para responder a esta publicación.

Adimvi es mejor en su app para Android e IOS.