Los que reprochan tus murallas, son los mismos que solo quieren escuchar que estás bien, cuando te preguntan qué tal. No quieren sentir tu peso, palparlo, olerlo, verlo.. .

tal vez de lejos, tal vez a veces, para tan solo decirte que todo pasará. Pero mientras pasa, puedes sentirte perdido tú solo. Te dicen que están para ahorrarse estar. Pero, cuánto cambiaría el día de una persona que se siente vencido solo por una salida de cinco minutos con esa otra persona que podría ayudar tan solo estando. Creo que nadie tiene ni puta idea. Y a veces necesitas ese empujón de las personas que quieres, para que te hagan salir y comerte el mundo, o al menos cambiar las bombonas de oxígeno de tu desastre apartándote un poco de él, porque ya vale aunque solo fuera un instante. Pero cuando te sientes solo sin nadie dispuesto a sacarte de ahí... te quedas sin aire y te conviertes en el más experto catastrofista clamando la oscuridad; ya no quieres oxígeno, ya no quieres respirar. Cada uno se responsabiliza de su propio caos y nadie necesita sentir el de otro. Y es lógico. Pero también es egoísta. La amistad, el amor, se resumen en querer estar. Cuando alguien te importa haces lo que sea para que lo sepa, te involucras para que nunca te diga que te necesita porque ya te tiene. Hay quienes intentan convencerte con que la extensión de lo que importas tú para ellos, se mide en la cantidad de palabras que te dediquen. Las palabras bonitas siempre duelen cuando relucen por la ausencia de los hechos. Ante eso, es mejor no decir nada. Porque eso... eso es la falsa empatía. La vida te obliga a decir que estás bien aunque no lo estés, y que fuerces una sonrisa, pero es que hay días en que no sale esa jodida sonrisa fingida porque estás rendido. Son esos putos días raros en los que sencillamente no puedes; otra más no; hoy no, hoy solo di que "todo bien" porque decir lo contrario sería decir la verdad y la verdad, nadie la quiere escuchar. Así que, joder, no juzguéis las murallas quienes no queréis ver ni sopesar las ruinas que hay detrás.