Juegos sexuales: Presa de caza de mis ansias
18 Dic, 2021
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Es difícil ocultar lo que se siente, y en lo particular, no iba a ser la excepción. Ese día me era necesario profundizar en mis sentimientos y para ser sincera, la manera de hacerlo partía del hecho que debía reconocer mis vulnerabilidades, y tratar de no sucumbir ante ellas .

Algo que me resultaría por mucho, imposible.


Los pensamientos me martirizan. Ya no sé qué hacer. Un ardor profundo recorre mi vientre y convierte las ganas en un vibrato intenso que toma la forma de un nombre que revuela y se ancla en mis deseos. Debería culparlo de todo a él, pero he sido yo quien le ha permitido desestabilizar mi ser y mi mundo.


¿En qué me he convertido? ¡Dios!


Necesito alimentarme de: su ausencia, su nostalgia, su placer, su piel, su aroma y su sexo.


Ahora, soy una especie de animal, que solo lucha para hacer de su estado instintivo, un Dios, una razón de vida que esta circunscrita a ser un instrumento de: su juego, su codicia, su castigo, su abandono y su vida compartida. Esto hace que me convierta en una presa de caza de mis ansias.


Lo deseo a rabiar. Lo deseo sin pudor. Lo deseo, ante todo y sin arrepentimientos. Me desconozco. Sufro de inclementes tempestades, de dolores ardientes que acaloran mi suave vientre. Cuanto anhelo sentirme plagada de su dura y basculante virilidad. ¡Ah!, pero es aquí donde la vida arremete con todo y la infelicidad nos hace vivir en mundos distintos. Somos MENDIGOS DE AMOR que solo pueden unirse cuando las circunstancias lo permiten. Allí en ese momento nos encontramos para desatar la furia del Armagedón de nuestros vientres. Momentos memorables y eternos.


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¿Pero y qué hacer ante la soledad mientras te espero, mientras me abandonas? ¿Qué puedo hacer con estas hirientes necesidades?


Solo se me ocurre tratar de encontrar en mi piel, trozos de su aroma, palpar las partes sensibles que hoy conozco, gracias a él. En fin, sucumbir en el paraíso del vicio, ser sumisa a mi encuentro y permitirme perder el control, aferrarme a la piel y dejar que los malos hábitos me conviertan en una MERCADER DE MI PROPIO PLACER.


¡Pobre de mí! ¡Dios!


Estoy rendida al amor, aunque me haga desfallecer. Recuerdo bailar en sus caderas. Su nombre me hace arrancar suspiros. Empujo mis manos contra mi piel y quedo cubierta de la alucinante imagen de verlo postrado sobre mí. Él, mi amo y yo, su esclava.


Pero en la inclemente espera...


Las noches se vuelven infinitas. Las vueltas en la cama tratan de calmar esa necesidad de sentirlo. Las poses sensuales del cuerpo desgarran su desnudez ante los sueños que surcan sus agonías.


Las terribles ganas de sentir la vitalidad de todo su ser, le hace rugir suplicando clemencia. En su pálida piel, el vientre resopla una tibia calentura. Queda plegada a esos deseos. La pasión remoja las sábanas y le lleva a refregar con ganas y rabia, las almohadas.


La sed le estremece el alma. Esta hambrienta y ahora, se siente ampliamente complaciente. Un gesto posesivo se posa en ella. Sin duda alguna, sabe que pronto perderá el control, pero ya nada le importa.


Un aroma febril y denso decora la piel intima de su espesa dulzura. Cuanto desespero siente. El calor insoportable de intensidad cegadora deshace su moralidad a pedazos y una presión rotunda en sus caderas quiere darle paso a su fogoso sobresalto. Con devota emoción trata de exorcizar aquella intensa desesperación.


Su mano diestra la somete a una tímida exploración. Recorre su piel milímetro a milímetro. Con una lentitud desesperada roza sus pechos. Se avivan, crecen y tensan. Una conmocionada dureza en los pezones le provoca un sutil ahogo. Aprieta la densidad del borde lateral de la aureola rosada del pezón izquierdo. Es placido el momento. Se humedece, y la realidad es que sufre de una agonizante rebeldía dentro de su vientre.


El escalofrió le recorre la espalda y los sentidos embriagados de deseos insatisfechos protestan ante aquel comportamiento lleno de decoro y tan comedido. Su mano se descuelga. Tiene libertad y autorización plena. Un movimiento descarado pone en evidencia una película fina en los bordes de su herida febril. La desea y escruta. Surge un gesto de aprobación en su rostro. Vibra de emoción y piensa en acometer grotescas acciones.


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HUSMEA. HURGA. PALPA.TOCA. REFRIEGA.  


Las puntas de sus dedos perversos repliegan con abundantes movimientos sutiles, la exaltación de su esponjoso clítoris.


Su corazón sangra de pasión y el juego del placer le lleva a descender debajo de sus caderas. Con lentitud y certeza desea alcanzar su entrepierna. Trata de no apresurar el encuentro...prosigue...va...un poco más...se aproxima con delicado asombro. Una nota tibia de sutil placer le indica su arribo. La caricia demoledora en esos labios íntimos sedosos le arranca un gemido ahogado. El placer y el deseo siguen yendo en aumento.  


¡Que placido lugar!


Es tibio. Se siente deseoso. Su humedad sedosa, le invita a invadirlo con total desesperación. Sus pliegues se sonrojan ante la sensación de plena atención.


LE AGRADA. LE SEDUCE. LE ARREBATA el aliento.


No pierde detalle alguno, uno a uno, sus dedos desaparecen en la salvia profunda y corrugada de sus adentros. El tacto firme la somete a un gesto posesivo de entrega. Una onda expansiva de placentera locura le lleva a mordisquear los labios. En sincronía irreverente, procura sentir nuevamente sus pezones. Los comprime, los aprieta, los aplasta y al mismo tiempo profundiza su angustia dentro de su piel intima. La atención lasciva hace que se abandone a esas caricias.


La pelvis se rebela y le retuerce el deseo. Se siente: TAN RICO, TAN DELICIOSO, TAN INTIMO y TAN PLENO. Esto era lo que necesitaba. Le encanta tocarse. Las ganas histéricas de sexo hacen que su infinita feminidad aullé y con fuerza animal tome el control del placer para hacerla sentir llena, profunda y amplia. La acuosa densidad que recubre sus labios sutiles, su tenso clítoris y su rugosa apertura exige mayor complacencia. Le fascina la reacción palpitante de palidecer al tiempo que se hunde en la sedosa suavidad de su feminidad.


Las intensas sensaciones le despiertan la agonía. Se tumba complacida. Invierte la postura de su cuerpo a cuatro puntos y con salvaje rigurosidad palpa su ardiente piel. En plenitud de su encuentro intimo alcanza la comunión con su sexo. SE APRENDE. SE CONOCE y SE ENTIENDE. Su piel le enseña a quererse, a sentirse, a palpar con experta precisión los lugares donde se esconde el placer. Se adentra en las tierras de sus ardientes pliegues para tratar de escapar de todos sus fantasmas, de todas las ausencias y de todas las noches que ha pasado en vela. Muerde las sábanas con ganas y desespero. Las sutiles pieles de sus labios febriles están dispuestos a recibir atención total y la reclaman a viva voz. Generosos sollozos logran escapar.


¡Más! ¡Quiero más! ¡Así! ¡Esta rica y tibia! ¡uhmmm!


Sus dedos le acometen. El fuego interno, los aprieta y ahoga. Con los hombros clavados en la cama pierde el control ante aquella agonía. Se descubre dando quejidos. Pide placer. Le aborda una voluntad inquebrantable que exige nunca terminar. La piel sedosa sentida desde atrás, le aprieta la garganta y hace que se desdoble en múltiples movimientos. La hembra en pleno concierto de placer sabe orquestar su pasión.


SE REFRIEGA. SE HUMECTA. SE PALPA. SE COLMA. SE ENTREGA. SE DELEITA. SE ESTREMECE. 


Es ama, esclava y señora de su sexo. Su principio y su fin está en ella.


Los deseos le hacen surcar los senderos del tiempo y los límites de su cuerpo. La conciencia la pierde por un instante. Se complace y es libre de ser plenamente, toda una mujer.


Avanza sin descanso, no puede renunciar. El cerco que le hacen las caderas y piernas a sus manos contra su sexo, es una contracción profunda, imposible de desanudar. En frenesí total, convulsiona, aprieta sin decoro y se hunde en una profunda agonía, se retuerce en su vientre. Es presa de su herida henchida de placer. Un suspiro profundo le hace sucumbir en un aletargado movimiento. Las sacudidas de sus caderas, vientre y pechos son violentas y los estremecimientos laten en intensos espasmos. Las nalgas se comprimen y aprietan a mas no poder. Es amplia la contracción de toda su ardiente emoción. ¡Dios!


Que viva se siente. Está plenamente complacida. Una calma absoluta, le da paz y todo su cuerpo se suaviza y distiende. Un aroma tibio, sublime y exquisito de su sexo le abraza. Sabe que con cada encuentro intimo con sus ansias se aleja un poco más de él. Las ausencias se roban el deseo de amarlo, crean un gélido distanciamiento y hacen que los sentimientos revoloteen en busca de otros amores.

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Carlacar 274 puntos 21 Dic, 2021 Carlacar 274 puntos
Nunca fallas ??
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21 Dic, 2021
kissaki72 334 puntos 21 Dic, 2021 kissaki72 334 puntos
Gracias amiga! :-) Por siempre compartir tus impresiones y siempre leerme. A veces quisiera escribir muchas más cosas o plasmar de forma rápida todo lo que palpan mis percepciones, deseos, vivencias y miedos, pero por degustar las ideas, las palabras y el ritmo se me va el tiempo. Espero mejorar ese detalle sin que eso implique perder calidad o la vos interna. :-) Saludos
M.R.Álvarez 794 puntos 1 Oct, 2023 M.R.Álvarez 794 puntos
El erotismo es al hombre... como el perfume a la flor. Es parte de la naturalidad humana y el creador nos diseño desnudos para apreciar con nuestras almas a través de nuestras cuerpo toda la fuerza del amor y sus sensaciones celestiales... Nuestras pieles son testigo de ello.
0 votos
1 Oct, 2023
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