De mis inicios en Facebook
6 Dic, 2021
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No tengo claro el momento en el que el ser humano perdió el protagonismo y se convirtió en mero acompañante de platos de comida...
Me hice un perfil en Facebook relativamente tarde, si lo comparamos con el impacto que ya tenía esa red social en el mundo.
En mi país el acceso a internet fue bastante tardío y muy caro .
El solo hecho de tener un teléfono celular, era considerado como el logro más importante en la escala social allá por el año 2002 (no teníamos muchos objetivos, evidentemente)

Era ilegal tener un teléfono móvil y se necesitaba tener un amigo extranjero que comprara la línea telefónica y entonces la persona beneficiada utilizaba el teléfono de forma secreta. Más tarde fue
común ver a alguna que otra persona con un celular, aunque todos sabían que la línea no estaba a su nombre. Pero esa es otra historia...
Hoy quiero hablar de mis primeras incursiones en Facebook. No fui de las pioneras en las redes en mi país, más bien estuve renuente (a causa del precio elevado del internet) hasta que pensé que, estando en Facebook, tendría la posibilidad de encontrar antiguos amigos de la escuela dispersos por los cuatro puntos cardinales.
Al principio no sabía bien cómo funcionaba, por lo que comencé a visitar perfiles de otras personas para tomar ideas para mis publicaciones y lo que vi me desconcertó mucho: muchas de las fotos tenían como protagonistas a platos de comida en los restaurantes visitados por la persona del perfil, o fotos de cocteles de ron. También había fotos de esas personas en lugares muy elegantes y por supuesto, con ropas y zapatos aparentemente muy costosos, y algunas veces aparecían sus caras, con la cámara situada demasiado cerca, donde increíblemente no se veía ni una arruga en la piel, o donde, lunares que existieron durante toda la vida, desaparecieron sin necesidad
de cirugía cosmética (aún no sabía nada de los filtros)
Mi preocupación iba en aumento a medida que visitaba perfiles de gente conocida y desconocida y me daba cuenta de que no me ayudaban en nada, porque yo no iba a restaurantes ni a bares, y mucho menos tenía ropa o zapatos costosos, me sentí como una paria social y temía hacer el ridículo…
Al principio, mirar esos perfiles de Facebook se convirtió en un pasatiempo, puedo decir que para mí fue una experiencia antropológica. Trataba de adivinar las causas del tal exhibicionismo social. Lo peor de todo era darme cuenta de que era, más bien, la norma en Facebook. ¿Qué pudo hacer al ser humano tan superficial?
Platos ovalados con camarones, platos redondos con filete mingón, platos cuadrados con filete de pescado grille, asombrosas paellas gigantescas, platos llenos de vegetales desconocidos, y hasta algún que otro caracol en medio de yerbas aromáticas, platillos de postres con nombres impronunciables o copas de helados de muchos colores: esos eran los protagonistas de las miles de fotos que diariamente inundaban el Facebook.
Y entonces lo supe… Supe que no quería tener un perfil donde lo que yo comía tuviera el protagonismo, y nunca publiqué una foto de mi plato de arroz con frijoles ni del vaso
de agua que estaba a punto de tomar.

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