Mi lámpara encendida, el techo de mi habitación lleno de estrellas fluorescentes, una biblia abierta en un escritorio lleno de polvo, y un silencio que increíblemente ensordece. 

Así son cada una de mis noches desde que tengo memoria... aún recuerdo a mi madre hace un par de años atrás quizás, de madrugada acurrucada en ese sillón frente a mi cama esperando a que yo finalmente pudiera dormirme, ella cerraba sus ojos un momento y yo aprovechaba para observarla, se me hacía un nudo en la garganta, la veía removerse y sabía que iba a levantarse para cerciorarse de que finalmente yo ya estuviera dormida, entonces yo cerraba mis ojos y fingía dormir profundamente, luego me daba un beso en la frente y se alejaba cerrando la puerta con cuidado .

Tenía 21 años en ese entonces... amaba tenerla porque me hacía olvidar la soledad que se siente cuando pierdes el rumbo, pero entendí que mis cargas ya no podían pertenecerle a ella nunca más. No cuando veía mi cansancio en sus ojos, no cuando veía en ella mi propio reflejo.

Cada noche desde entonces me recuerdo como un mantra que estoy viviendo, estoy sonriendo, y estoy haciendo lo que debo hacer... seguir respirando, y, sin embargo, el peso que llevo a cuestas cada vez se vuelve más pesado, ha evolucionado como un virus, una carga que se esparce sobre mi, delicadamente dolorosa recordándome que está allí, muy dentro, presente, enredada; aferrada a mi alma sin intención de soltarla. 

No me gusta lo oscuridad porque dentro de mi ya todo es oscuro, no me gusta el silencio porque hace que mis pensamientos se escuchen más fuertes y agotadores, y ¿sabes? Tampoco me gusta esta soledad... esta soledad que me hace desear que alguien pueda abrazar mi débil cuerpo por las noches, mientras lucho contra mi huracán interno. 

Y es que, llevo tanto tiempo ocultándome del mundo, con la fe de que el día que realmente pueda ser honesta y salir de este escondite, sea el día en el que mi carga finalmente me haya liberado, me pregunto ¿Cuándo será? 

Vuelvo a repetirme: “Estoy viviendo, estoy sonriendo, y estoy haciendo lo que debo hacer... estoy siguiendo” Esta noche silenciosa y solitaria, cierro mis ojos pensando en que mañana será otro día...