Vacíos que llenan...
26 Mar, 2020
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 Vacíos que llenan...


 


No tengo nada que decir. 


No tengo nada que compartir. 


No tengo nada interesante que contar. 


No he ido a Paris ni a Roma.


No conozco la muralla China ni las pirámides de Egipto, nunca me he sentado en alguna banca en Hyde Park, ni he caminado entre el otoño maravillada por los colores ambarinos y la belleza que el viento crea. 


 


Tampoco conozco el invierno y el aliento que se escapa travieso entre los labios pálidos por la inclemencia del tiempo. Menos el crunch de la nieve bajo las botas. 


No le conozco la cara al desierto, ni al bosque, o a las coníferas que crecen contra gravedad y les gusta recordarnos lo pequeños que somos y que extrañamente creo que en lugar de celosa me haría sentir feliz, como si gigantes me protegieran, como si fuera esa hadita sobre la que tanto me gusta contar. 


Tampoco te puedo hablar sobre ese nuevo e increíble proyecto que solo tendría materializado en mis sueños. 


Ni sobre esa comida deliciosa y extranjera que probablemente nunca saborearé. 


O sobre esas increíbles nuevas amistades que viven en wonderland y que me llaman todos los viernes. 


Soy un bebé .

No tengo mucha experiencia ni conocimientos. No tengo nada de valor que agregar. No al menos en temas interesantes y divertidos, en cosas excitantes y emocionantes de las que quieras ser partícipe. 


 


No. Esa no ha sido mi historia. 


Mi realidad ha sido muy diferente. Dudo que la quieras saber. 


El lado de la realidad que conozco no es el más agradable de oír. Es triste, es gris, está lleno de sangre, de lágrimas, cardenales y heridas mal sanadas. No le deseo a nadie una historia así y siento enorme compasión por quienes la viven. Porque el hecho de que sea común no la hace más llevadera ni agradable. 


 Si yo te contara esa historia Te aburrirías o simplemente te incomodaría demasiado como para realmente escuchar. Sería demasiado difícil para empatizar, para tocar.  ¿Por que sentir dolor? ¿Por qué internarse en la oscuridad ? no hay nadie allá que valga la pena para ti, hay mucho que perder y poco que ganar. 


 


Es muy arriesgado. Podrías no salir vivo de ahí, podrías no salir entero, te podrías quebrar en mil pedazos, podrías...podrías... cambiar, cambiar para siempre y nunca volver a ser el el mismo. 


Podrías endulcificar tu mirada con esas cucharadas de azúcar y canela que hace que se me agüe la boca. 


Podrías suavizar tus manos hasta colmarlas de ternura. 


Podrías llenarte el corazón de dicha. Podrías pero no lo harás. Eso requeriría interés y amor de tu parte y yo no tengo esas cartas a mi favor. 


 


Si tú supieras Me rechazarías porque a nadie le gustan los cuentos siniestros y sin color. El negro y el gris no son los colores más atractivos del mundo. 


La densidad de mis nubes opacaría el astro rey. Hay muy pocos que les gusta la lluvia, otros menos los que adoran las noches de tormenta, donde los rayos cruzan e iluminan el cielo. 


 


En realidad no quieres oír sobre todas y cada una de mis heridas, sobre ninguna en realidad. Ni acerca de mi hogar problemático. Respecto a los litros de lágrimas sobre mis hombros ni sobre las noches de insomnio. 


No quieres oír como me han tomado y saqueado hasta dejarme vacía. No quieres oír sobre mis malos días, ni mis deudas, ni los tropiezos épicos de los que aún no me levanto, por eso inventas que no tienes tiempo, que estás ocupado, que no te gusta hablar por teléfono y cancelas las citas e ignoras los mensajes. 


Te quieres ir. Te has ido. Tu energía no está aquí más. Te has ido por miedo a que el olor a fracaso se te cuele por la piel como si se tratara de una enfermedad contagiosa.


Si es así; pues que así sea. Ve, anda, ve a buscar esas historias de campeones que tienen las manos limpias y la armadura nueva. No, hoy por hoy todos quieren acercarse a los ganadores sonrientes que cuentan historias de victorias y batallas conquistadas. Yo no soy uno de ellos.


 


Quizá el futuro es maleable pero no el pasado y hoy no puedo hacer nada por mi salvo no rechazarme, ese es el asunto, hoy no soy lo que podría ser o lo que esta destinado que sea en un futuro. 


Hoy soy solo yo. Hoy no puedo, hoy soy muy pequeña y débil, hoy no tengo energía ni motivación y no puedo nada salvo amar la historia que te aburre y escribir el libro que no terminaras de leer. Hoy no puedo nada, solo envolverme entre mis brazos y calentar el cuerpecito que tú nunca tocarías, al que ni siquiera te acercarías. 


 


Vete ya no hay regalos y dulces para dar. La fiesta se ha acabado. Hoy no puedo dar nada más. Hoy yo soy la única a la que de verdad necesito dar amor. Mi amor que todo lo cura y que se me antoja la sustancia más calentita del mundo. Ese que tu descartas de la lista de experiencias por vivir. 


 


Carol is love   

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