¿Qué vale y qué cuesta? La publicidad y las emociones.
29 Oct, 2019
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Muchas veces hemos escuchado que una imagen vale más que mil palabras, y cuando hablamos de publicidad, la imagen correcta junto a las palabras precisas puede hacerte creer lo que sea. Incluso si combinamos estas con cierta música o cierta melodía podrías llegar a vender pensamientos a las personas .

La publicidad busca hacerte sentir, lo que sea: asco, repulsión, celos, envidia, amor, alegría, felicidad, u otros sentimientos que creemos que necesitamos. Pero no siempre lo que vemos a través de una pantalla es lo que en realidad queremos o necesitamos. Nos acostumbramos tanto a desear lo que nos han dicho que deseemos que nuestras emociones están muy arraigadas a lo material y no a lo intangible.


Algunos años atrás no teníamos las comodidades que tenemos hoy, el estilo de vida era distinto y si comprábamos algo era porque en realidad necesitábamos para realizar algo o simplemente para hacer un poco más fácil la existencia. Todo cambió cuando las personas fueron conscientes de que se puede hacer creer a los otros que algunos objetos desechables son indispensables en su vida, y todo esto gracias a la influencia que se puede ejercer en los sentimientos de los otros.


Es a tal grado de experiencia que las marcas saben cómo venderse, cómo hacer que las personas sientan la necesidad de comprar, de obtener o consumir. La ropa sabe cómo hacerte lucir bella, la comida te hace feliz, te nutre y es acompañante de buenos momentos, la música te vende compañía, y así sucesivamente muchas marcas te venden ilusiones o servicios a través de ciertos productos que aparentemente no te venden eso, pero son estrategias que crean una necesidad.


Para concluir, cada vez más nos hemos convertido en una sociedad más consumista, una sociedad que necesita comprar y comparar más cosas para sentir que está lleno y está satisfecho. Antes nuestros abuelos o padres no compraban las cosas sino que solucionaban sus problemas desde su imaginación y creatividad, pero ahora nos han hecho creer que para cada problema de la vida hay un objeto a la distancia de un pago para solucionar todo lo que te aqueja.


La publicidad es la que ha hecho que cada vez que veamos algo sintamos que compramos felicidad, compramos alegría, compramos salud y no un objeto con una función específica. Es por esto, que es difícil para nosotros entender la diferencia entre valor y costo o precio, porque el valor es algo que va más allá de lo material, algo intangible que sólo tú puedes explicar porque tiene una carga emocional muy grande que quizá sólo tú puedas comprender; mientras el costo o precio, solamente es un símbolo de intercambio para adquirir algo, ya sea dinero o un trueque, a cada objeto le corresponde un precio que no siempre es el mismo que su valor. A veces los objetos pueden tener el precio de basura, de ser algo mínimo, algo que no puede ser vendido porque nadie pagaría por ello, pero con tanta carga emocional que no podrías venderlo porque jamás nadie entendería lo que vale y lo que significa para uno, aunque aparentemente sea basura, y eso es lo que la publicidad ha tergiversado.


 

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