Que alguien me explique
19 Jul, 2019
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El niño lloraba y lloraba mientras su padre le extendía la mano indicando que ya era hora de marcharse. La madre esperaba en casa a que su primogénito regresara de su visita semanal y a mí se me partía el corazón en millones de pedazos.


Lo vi aferrarse a la puerta abierta del auto, llorando pasivamente, ahogando sus gritos en la garganta para que papá no lo fuera a regañar .

El padre suponía que su hijo lloraba por un dulce, pero no era así; ese sólo había sido el detonante, él lloraba por atención. Se sentía solo, pero ¿como lo explica alguien que apenas ha vivido? Ni siquiera los adultos podemos explicarlo.


Yo quería decirle: "Te entiendo, entiendo que no te quieras ir con quien no te entiende, ven quédate conmigo", pero ¿qué hacía? Yo no soy ninguno de sus padres; dos personas que tienen la cabeza en todos lados menos en su hijo.


El padre decía que tenía que ir a la escuela. El jardín de niños no me parece tan relevante como para faltar por un par de días, pero él no me iba a entender. "Es que ya tiene veinticinco faltas, debe aprender sobre responsabilidad". Un pequeño de cinco años no falta a la escuela porque le da la gana, falta porque su madre no lo lleva; el ejemplo de responsabilidad que más debería importar. 


"¿Qué no lo ves? —le dije—. Él llora porque no se quiere ir". Él padre soltó una carcajada que interpreté como burla y resopló: "Ay por favor, es un berrinche".


Qué coraje que algunos padres no sepan interpretar los ojos de esas pequeñas personas que han venido al mundo por su —a veces— irresponsabilidad. Ojalá yo lo hubiera traído al mundo, lo haría el ser humano más feliz.


La escuela importa un carajo si se trata de poner por delante la felicidad de un pequeño. De hecho la escuela importa un carajo siempre.


"No llores". "Shhhh, cállate, ya te dije que te calles". Todo mundo calla a los niños.


"¡Te dije que no! ¿Que no entiendes lo que significa no?".


¡Bravo! ¡Bravísimo! "Cállate" y "no": las palabras más importantes de la vida de un mediocre y conformista.


Y cuando los niños crecen, esos mismos padres se preguntan por qué sus hijos no les cuentan sus cosas. Se preguntan por qué no llegan lejos en la vida, por qué se resignan. ¿Pues no les dijeron que se callaran? Alguien les cerro la puerta en la nariz y ellos agacharon la cabeza y se fueron porque en su casa les enseñaron: "Shhh, cállate".  Alguien les dijo: "Tú no puedes hacer esto", y ellos trajeron a su memoria esas veces que mamá o papá les dijeron: "¿No entiendes lo que significa no?" y no insistieron.


Volteo sin querer mirar y veo al padre caminando solo; el niño se quedó con su mamá, aunque no quería, aunque le rogó durante media hora a su padre, quien ahora se marcha, olvidando en tres minutos a su hijo, en cambio el niño llora por él y por sus abuelos el resto de la tarde.


Ojalá que el padre entendiera que su hijo no llora porque sí, no grita porque sí, no pelea porque sí, no miente porque sí, no es agresivo porque sí, no es problemático porque sí. Algunos se limitan a pensar que tienen un hijo malcriado, cuando lo único que hay es un niño abandonado.


Vi al pequeño llorar en silencio, mientras su padre le mentía a los ojos: "Bueno, te quedas, pero de todas maneras tienes que acompañarme, vamos a decirle a tu mamá para que te prepare una maleta". "No, papi, ve tú, yo te espero aquí con mis abues". Ya no pude más y solté en llanto, pero no dejé que nadie me viera porque tal vez y sólo tal vez, recordé que a mí también me dijeron: "No llores". "Cállate" y lo hice.


Él pequeño se fue con una promesa vacía entre sus manos, la cual confirmé cuando el padre volvió solo.


"Se quedó tranquilo", se limitó a decir. Qué fácil hacer una suposición, cuando no tiene ni idea del remolino de emociones en su pequeño y abandonado corazón de cinco años.


Un niño no tiene que ir a la escuela para aprender valores morales, no tiene que ir para aprender a ser responsable, ni para aprender que decir mentiras es malo, porque lo comprueba en la vida real con el ejemplo más próximo que le ha puesto la vida: sus padres.


Los adultos nos decimos entre nosotros que llorar está bien, que purifica el alma y libera el dolor, ¿pero en los niños es un pecado que debe ser castigado? Por favor que alguien me explique por qué.


 

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