"Amigos" conformistas, mediocres y sin aspiraciones
19 Jul, 2019
Tiempo de lectura aprox. :
6 min.
+5 votos

Estaba teniendo la velada más horrible de mi vida. Me junté con un grupo de amigos para pasar el rato, compramos alcohol, botana y cigarros.


Hacía un par de años no los veía .

Solíamos salir cuando éramos estudiantes; cada viernes nos íbamos a una fiesta diferente y la pasábamos de maravilla.


Con el tiempo y por nuestras ocupaciones dejamos de vernos y hablarnos tanto, rara vez nos saludábamos por Face o Whats y aunque la relación con ellos era buena, no era como antes.


Yo dejé de salir por completo, ni con ellos, ni con mi pareja, ni con nadie; estaba teniendo poco dinero porque no tenía un empleo estable. Mi negocio apenas empezaba, así que cada que me invitaban ponía un pretexto para no ir. La verdad me daba mucha vergüenza decir que no tenía dinero.


El día de nuestro encuentro, uno de ellos me habló para que lo acompañara al banco, acepté para saludarlo y enterarme de cómo había estado. Él le habló a otro amigo para que fuera a vernos, al final invitaron a los demás y terminamos todos en un bar.


La tarde empezó bien, platicábamos a gusto mientras bebíamos unas cervezas y nos poníamos al corriente. Finalmente terminamos yendo a mi casa.


Ahí ya no quise tomar, seguía bebiendo refresco y conviviendo con todos de lo más normal, pero con el paso de las horas a todos se les fue subiendo el alcohol y los vi como nunca antes.


Fue como verlos por primera vez. Eran exactamente las mismas personas que conocía, seguían comportándose igual y decían las mismas cosas de años atrás.


Pero yo no, mi mentalidad era otra y mi percepción también.


Antes, igual que ellos bebía como si el alcohol se fuera a terminar y tomaba una tras otra como si compitiera para emborracharme primero.


Después, vino la típica plática sobre religión, política y gobierno.


Bendita la hora en que se me ocurrió abrir la boca porque no me los quité de encima en toda la noche.


Hablé de que todos podemos alcanzar nuestros sueños, de que nuestra vida está hecha con base en las decisiones que tomamos, que somos libres de cambiar nuestra mentalidad y blablá.


Ellos ni siquiera me dejaban terminar una oración y ya estaban refutándola, diciendo que el Gobierno tenía la culpa de todo, que estábamos sometidos por el sistema, que no podíamos llegar lejos si ellos no querían, etcétera. Les conté varias historias de éxito de personas que lograron grandes cosas viniendo de abajo, y nada, no logré nada.


Terminé dando un manotazo en la mesa:


"¿Saben qué? Nos vemos en un par de años, porque es mejor demostrar con hechos que hablar".


Todos se rieron de mí, obviamente y siguieron la fiesta.


En ese punto ya quería que se fueran de mi casa. Esas personas y yo, ya no teníamos nada que hacer juntos, ningún tema de conversación, nada en común.


Varios de ellos ya pasaban los treinta años y seguían viviendo, literal, como adolescentes.


Decidí no verlos más porque tenía muy claro que para lograr mis objetivos debía alejarme de la gente tóxica y juntarme con personas afines a mis pensamientos y propósitos.


Fue triste darme cuenta que mis "amigos" eran conformistas, mediocres y sin aspiraciones, pero más triste que yo era igual y ni siquiera lo sabía, así como no lo sabían ellos.


Con el tiempo conocí a más emprendedores como yo. Las conversaciones eran entretenidas, cultas, llenas de aprendizaje y también algunas irrelevantes, ¿por qué no?


Bebíamos vino en el balcón, hablábamos de libros, de viajes y de amor. Era otro mundo, uno que me gustaba mucho.


Una tarde salí a celebrar con mis amigos un negocio que había concluido exitosamente. Los invité al mejor restaurante de la ciudad, cuando le entregué las llaves al joven del valet, vi a uno de ellos, de mis ex amigos. Años después, el universo nos ponía frente a frente otra vez, sé que me reconoció pero fingió que no, tomó mis llaves y se fue a estacionar el auto.


Al salir ya no estaba él, otro muchacho me entregó mi automóvil.


Llegué a casa y antes de bajarme vi un papelito en la visera frente a mí.


Lo tomé y lo leí:


"Tenías razón, amigo, y ninguno de nosotros te escuchó. Esa última noche que te vimos quisiste hacernos comprender pero a nadie le interesó, y hoy, sin saberlo, me has hecho entenderlo todo. Felicidades por tu éxito, tienes un auto hermoso, pero ¿sabes qué?, aún no es tarde para mí, nos vemos en un par de años".


 

49 visitas
Valora la calidad de esta publicación
0 votos

Por favor, entra o regístrate para responder a esta publicación.

Adimvi es mejor en su app para Android e IOS.